Algo que nunca falta en las casas de la gran mayoría estos días de celebración es el marisco. Realmente, es el gran protagonista de muchas mesas: langostinos, gambas, percebes, nécoras, centollos, cigalas, mejillones... ¡qué bueno todo! A mi me pones un platito de cada y soy feliz, no necesito nada más. Bueno sí, un poco de vino blanco para mojar, que tampoco es plan de comerse el marisco a palo seco...
Y como os imaginaréis, la cosa va de marisco. De almejas, para ser más exactos. Vamos a hacer unas almejas con una salsa marinera que está de rechupete, ideal para hacer barquitos con el pan y no dejar ni las migas (literalmente). Además es muy sencilla y rápida de hacer, que estos días bastantes cosas tenemos ya que hacer como para liarnos más de la cuenta en la cocina. Os dejo también el enlace a la videoreceta de berberechos a la marinera, donde podéis ver el paso a paso de esta receta perfectamente detallado. No me enrollo más, os digo los ingredientes y nos ponemos a cocinar.
INGREDIENTES
Medio kilo de almejas
1 cebolla
4 dientes de ajo
Una cucharadita de pimentón (dulce, picante o mezcla, a vuestra elección)
3 cucharadas de tomate frito
Una cucharada y media de harina
Una copita de vino blanco (unos 100 ml)
Un vaso de caldo de pescado (200 ml aproximadamente)
5 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
Dos hojas de laurel (opcional)
Un poco de perejil picado
Un par de cayenas (si os gusta el picante)
Antes de nada, lo que vamos a hacer es poner las almejas en un bol con agua fría y un puñado de sal durante un ratito para que suelten toda la arena. Cuando ya las hayamos limpiado, las colocamos en un cazuela y las abrimos al vapor. Para ello, sólo tenemos que ponerlas al fuego, la cazuela tapada, y esperar unos segundos a que se abran. Cuando comiencen a abrirse, retiramos la tapa y vamos sacándolas para que no se cocinen de más (si no, nos quedarán correosas). Si alguna tarda en abrirse, la descartamos y, para terminar, colamos el líquido que hayan soltado las almejas y lo reservamos.
Mientras tanto, picamos la cebolla y los ajos en trozos pequeños y los echamos en una cazuela, junto al aceite. Ponemos la cazuela a fuego medio, echamos una pizca de sal y cocinamos durante diez minutos más o menos, moviendo de vez en cuando, hasta que la cebolla esté pochada.
A continuación, echamos en la cazuela el pimentón y la harina y movemos bien para que el pimentón no se queme. Echamos el vino blanco y movemos bien la salsa para que la harina no forme grumos, Cocinamos un minuto para que el alcohol se evapore y echamos el tomate frito, el caldo de pescado, el agua de abrir las almejas (colada para quitar todas las impurezas) y las hojas de laurel (enteras), mezclando todo bien. Bajamos el fuego un poco y cocinamos, moviendo de vez en cuando, hasta que la salsa tenga la textura que queremos.
Cuando la salsa esté lista, añadimos las almejas abiertas, el perejil picado y las cayenas y cocinamos todo junto a fuego suave un minutín, lo justo para que todos los sabores se integren. ¡Listo! Sólo nos queda coger una barra de pan y cortarla en rebanadas, porque os aseguro que con lo buena que está esta salsa nos va a hacer falta...
Algunos consejos:
Esta salsa queda deliciosa también con mejillones. La elaboración sería la misma, aunque en ese caso os recomiendo que quitéis una de las cáscaras del mejillón antes de incorporarlos en la salsa.
Si no tenéis laurel no le pongáis. pero a los platos de marisco les da un sabor particular muy rico, así que si podéis conseguir, os lo recomiendo.
Usad un vino blanco decente. No hace falta que nos dejemos un riñón para comprarlo, pero al menos que sea un vino del que os beberíais una copa a gusto.
Estas almejas no pueden estar más ricas, la salsa es una verdadera delicia, con un toque picantito que me encanta.
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