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Patatas al ajillo pastor

Foto del escritor: Andrés CifuentesAndrés Cifuentes

Las patatas al ajillo pastor son una de esas recetas tradicionales de la cocina jienense que tanto nos gusta. Se pueden servir por sí solas, como tapa, o como guarnición. Está delicioso servido con chuletitas de cordero y también con un par de huevos fritos.

El ajillo pastor es el aliño o salsa que preparaban los pastores, en la Edad Media, para dar sabor a las carnes de cordero, conejo y pollo. Es sabrosísimo, pues va cargado de especias y condimentos. Dientes de ajo, sal, cominos, pimentón, vino y vinagre en su versión corta, aunque hay quien también añade aceite de oliva y orégano.


A día de hoy esta salsa sigue utilizándose en multitud de recetas debido a la sencillez de su elaboración y a sus pocos y básicos ingredientes. Os cuento la receta básica y dejo a vuestra elección cómo saborearla, que seguro que ideas no os faltan. Vamos al lío.


Ingredientes Para 2 personas

  • Patata 500 g

  • Diente de ajo 5

  • Comino molido 1 cucharadita

  • Pimentón dulce 1 cucharadita

  • Orégano seco 1 cucharadita

  • Vinagre de vino blanco 75 ml

  • Vino blanco 75 ml

  • Aceite de oliva virgen extra

  • Sal


Cómo hacer patatas al ajillo pastor

Dificultad: Fácil

  • Tiempo total30 m

  • Elaboración10 m

  • Cocción20 m

Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas de igual tamaño. Majamos en un mortero el orégano, los dientes de ajo pelados, la sal y el pimentón. Cuando tengamos una especie de pasta agregamos el vinagre y el vino blanco. Remueve bien hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.

Calentamos un poco de aceite en una sartén y doramos ligeramente las patatas por las dos caras. Cuando estén semi cocidas añadimos la salsa y un poco de agua y cocemos a fuego medio-bajo hasta que las patatas estén tiernas. Servimos inmediatamente, ya sea por sí solas o como guarnición.

Con qué acompañar las patatas al ajillo pastor

Estas patatas al ajillo pastor son ideales para acompañar cualquier tipo de carne o pescado. Harán que el plato suba de nivel. También se pueden servir por sí solas o con un par de huevos fritos, al más puro estilo de los clásicos huevos rotos. De cualquier manera, son una delicia.


 
 
 

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