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  • Foto del escritorAndrés Cifuentes

ESPAÑA (Borbón: La Maldición de un Apellido-2) Fernando VI / Carlos III / Carlos IV / Fernando VII



Toda aproximación a la historia de un país pasa por un estudio detallado de los gobernantes que lo ha regido. Borbón la maldición de un nos acercaremos a los diferentes monarcas que han reinado en España desde el año 1700 en el que, por diversas causas, una nueva dinastía real, la de los Borbón, accedió al trono de la que era -en aquella época- la nación más poderosa del mundo.

Desde las enfermedades mentales de los primeros reyes como Felipe V o Fernando VI, pasando por el más o menos inveterado apetito sexual de otros como Isabel II o Fernando VII y terminando en la maldición de uno de los nombres más perseguidos por el infortunio y la desgracia…..Alfonso.

Veremos también los numerosos intentos de Regicidio sufridos por los monarcas, e intentaremos descubrir las causas de la, extrañamente alta, mortandad infantil entre los herederos.

Descubriremos en fin que, como en cualquier familia normal, las alegrías y las tristezas van unidas de la mano de manera indisoluble, y de cómo el carácter de sus gobernantes forja el carácter de un pueblo.


Rey de Nápoles (1734-1759) y de España (1759-1788), perteneciente a la Casa de Borbón (Madrid, 1716-1788). Era el tercer hijo de Felipe V y el primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel de Farnesio, por lo que fue su hermanastro Fernando VI, quien sucedió a su padre en el Trono español.


Carlos sirvió a la política familiar como una pieza en la lucha por recuperar la influencia española en Italia: heredó inicialmente de su madre, Isabel de Farnesio los ducados de Parma, Piacenza y Toscana (1731); pero más tarde, al conquistar Nápoles Felipe V en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-35), pasó a ser rey de aquel territorio con el nombre de Carlos VII.


La muerte sin descendencia de Fernando VI, sin embargo, hizo recaer en Carlos la Corona de España, que pasó a ocupar en 1759, dejando el trono de Nápoles a su tercer hijo, Fernando IV. Una vez superado el «motín de Esquilache» (1766), que fue un estallido tradicionalista instigado por la nobleza y el clero contra los aires renovadores que traía Carlos III, se inició una larga y fructífera etapa en su reinado.


En cuanto a la política exterior, el tercer Pacto de Familia firmado con Francia en 1761 alineó a España con Francia en su conflicto permanente con Gran Bretaña. Ello llevó a España a intervenir en la Guerra de los Siete Años (1756-63) y en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América (1775-83); como resultado final de ambas, España recuperó Menorca, pero no Gibraltar (al fracasar el asedio realizado entre 1779 y 1782).


A partir de entonces, las dificultades financieras obligaron a volver a la política «pacifista» del reinado de Fernando VI, mientras se ensayaban diversas mejoras en la Hacienda Real, como la emisión de vales reales (primer papel moneda) o la creación del Banco de San Carlos (primer banco del Estado).

En la línea del despotismo ilustrado propio de su época, Carlos III realizó importantes reformas -sin quebrar el orden social, político y económico básico- con ayuda de un equipo de ministros y colaboradores ilustrados como el marqués de Esquilache, el conde de Aranda, Pedro Rodríguez de Campomanes, el conde de Floridablanca, Ricardo Wall y Jerónimo Grimaldi. Reorganizó el poder local y las Haciendas municipales, poniéndolos al servicio de la Monarquía.

Carlos III puso coto a los poderes de la Iglesia, recortando la jurisdicción de la Inquisición y limitando -como aconsejaban las doctrinas económicas más modernas- la adquisición de bienes raíces por las «manos muertas»; en esa pugna por afirmar la soberanía estatal expulsó de España a los jesuitas en 1767. Fomentó la colonización de territorios despoblados, especialmente en la zona de Sierra Morena, donde las «Nuevas Poblaciones» contribuyeron a erradicar el bandolerismo, facilitando las comunicaciones entre Andalucía y la Meseta. Reorganizó el ejército, al que dotó de unas ordenanzas (1768) destinadas a perdurar hasta el siglo XX.


Creó además la Orden de Carlos III para premiar el mérito personal, con independencia de los títulos heredados. Protegió las artes y las ciencias; apoyó a las Sociedades Económicas de Amigos del País, en donde se agrupaban los intelectuales más destacados de la Ilustración española; sometió las universidades al patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro (1770) como centro moderno de enseñanza media destinado a servir de modelo. Creó manufacturas reales para subvenir a las necesidades de la Monarquía (cañones, pólvora, armas blancas, cristal, porcelana), pero también para estimular en el país una producción industrial de calidad. En esa misma línea, impulsó la agricultura (decretando el libre comercio de granos y organizando cultivos experimentales en las huertas reales de Aranjuez) y el comercio colonial (formando compañías como la de Filipinas y liberalizando el comercio con América en 1778).


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