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  • Foto del escritorAndrés Cifuentes

Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea


Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, Pedro Pablo. Conde de Aranda (X). Siétamo (Huesca), 1.IX.1719 – Épila (Zaragoza), 9.I.1798. Militar, diplomático, político, empresario.


Nació en el seno de una ilustre familia nobiliaria. Su padre, natural de Zaragoza, Pedro Ventura de Alcántara Abarca de Bolea, era marqués de Torres, duque de Almazán y conde de las Almunias, títulos a los que añadiría en 1723 el de IX conde de Aranda.


Su madre, María Josefa López de Mendoza, Pons y Bournonville, natural de Barcelona, era hija de los condes de Robres y marqueses de Vilanant. Son un total de veintitrés títulos nobiliarios los que heredaría el X conde de Aranda. Recibió la primera educación en Zaragoza de manos de los jesuitas por los que su madre tenía especial afecto y devoción. A los nueve años, su padre, que iba a Italia a tomar el mando del Regimiento Inmemorial de Castilla, se lo llevó a Bolonia. En 1734, lo sacó de allí y lo ingresó en el Colegio de Nobles de Parma regentado por la Compañía de Jesús, donde figura en la lista alfabética de alumnos del decenio 1730-1740 como “D. Dux de Almazán, ex magnatibus Hispaniae primae clasis, Petrus Paulus, Caesaraugustanus”.


En 1736, a la edad de diecisiete años, se escapó del colegio para presentarse en el ejército español de Italia. De esta forma, el entonces duque de Almazán (título que llevó hasta enero de 1742 como primogénito de la Casa de Aranda) pudo pasar a luchar junto a su padre con el encargo de rescatar para el infante Carlos —futuro Carlos III— el ducado de Parma. Sin embargo, la Paz de Viena (1737) acabó asegurando al infante Carlos la corona del Reino de las Dos Sicilias, con lo que el conde de Aranda pudo regresar a España.


Su hijo, el duque de Almazán, le seguiría un tiempo después, una vez concluidos sus estudios de humanidades y arte militar. Así, pudo conocer a su esposa Ana María del Pilar Fernández de Híjar, hija del VIII duque de Híjar y Grande de España, con quien se había casado por poder (1739) habiendo actuado de poderhabiente, en nombre del novio, el hermano de la novia, Joaquín Diego, IX duque de Híjar, primogénito de los Pignatelli y hermano de los jesuitas San José y Nicolás.


A los veintiún años, el joven Aranda (1740) fue nombrado capitán de Granaderos del 1.er Batallón del Regimiento de Infantería Inmemorial de Castilla (luego de Rey) del que era coronel su propio padre.


Simultáneamente, Felipe V le concedió el grado de coronel de infantería en atención a los méritos e inclinación manifiesta al servicio militar. Declarada de nuevo la guerra de Italia, se embarcó el joven duque en Barcelona (1741), y, habiendo fallecido su padre dos meses después, se le dio el mando de su regimiento.


Al frente del mismo participó en la campaña de Italia a las órdenes de Montemar y luego de Gages. El coronel Aranda fue herido en la batalla de Campo Santo (1743) en la que los españoles se enfrentaron a los austríacos. Allí, quedó por espacio de veinticuatro horas entre un montón de cadáveres hasta que le salvó su asistente. Felipe V le concedió entonces el empleo de brigadier del Ejército, en premio a su heroico comportamiento.


Aranda regresó a España para reponerse, y una vez restablecido de sus heridas volvió a Italia hasta el término de la campaña, participando en la batalla de Plasencia (1745) y poco después en la Fidone o San Lorenzo, y en los sitios de Larrabal, Tortona, Valencia del Po y Casale de Monferrato. En recompensa de estos servicios, Felipe V le otorgó (1746) el título y la llave de gentilhombre de la Real Cámara. Al año siguiente, reinando ya Fernando VI.


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