MARQUÉS DE ESQUILACHE, político (1699-1785). Leopoldo de Gregorio, Marqués de Vallesantoro y de Squillace. Político español de origen italiano, nació en Sicilia el 23-XII-1699 y murió probablemente en Venecia el 15-X-1785. De familia muy humilde, por su talento y probidad logró subir a los más altos puestos, y cuando Carlos III era rey de Nápoles estuvo a su servicio como ministro de Hacienda; al venir a España el monarca le acompañó Squillace, desempeñando aquí igual cargo que en Italia (1759).
Sus medidas, aunque acertadas, fueron muy mal recibidas por la opinión, en parte por lo rigurosas y en parte también por el odio a la esposa del ministro, a la que se acusaba de vender los empleos públicos. Esto no obstante, el italiano seguía gozando del favor absoluto del monarca, hasta el punto que circulaban sátiras en verso en las que se pintaba al rey como un hombre sin voluntad y supeditado por completo a la de su ministro. Este continuaba dando pruebas de celo y actividad incansable en el despacho de los negocios, y sus enemigos, con ser tantos y tan poderosos, no pudieron echarle en cara la más pequeña inmoralidad administrativa.
La mayor parte de las reformas adoptadas en los primeros años de reinado de Carlos III se deben a Squillace, que poco después de su llegada a España unió a la cartera de Hacienda la de Guerra y más tarde la de Gracia y Justicia. Entre sus principales disposiciones, o por lo menos llevadas a cabo durante su gobierno, figuran: la fundación de los montepíos para viudas y huérfanos de militares; la creación del Colegio de artillería; las ordenanzas para el reemplazo del Ejército; la reglamentación del despacho con Roma; los derechos sobre la libre circulación de los granos, completados con la adquisición de trigos en Sicilia para aminorar el encarecimiento del pan; la creación de la renta de Loterías, cuyos productos debían dedicarse a la beneficencia pública; la construcción de edificios de Correos y Aduanas, posteriormente ministerios de la Gobernación y de Hacienda, respectivamente y la iglesia de San Francisco el Grande.
Hasta aquí todo fue bien, pero cuando Squillace quiso poner mano sobre las costumbres comenzó a verse sañudamente combatido y se lanzaron contra él las más deshonrosas acusaciones, difundidas por libelos y que al fin tomaron forma concreta elevándose una representación al rey, que Squillace no dejó llegar a sus manos, en la que se afirmaba que su ministro había acumulado los más pingües cargos en individuos de su familia; que enviaba a su país grandes cantidades ganadas no se sabe como; que los empleos públicos no eran para los más aptos sino para los que los pagaban mejor, etc.
Además, y esto se decía en el terreno particular, se acusaba a Squillace de marido complaciente y esta cualidad se quería ver la razón principal de su privanza para con el rey. Por otra parte, el clero también le había declarado la guerra, y es lo cierto, que con fundamento o sin él, Squillace había llegado a hacerse odioso al pueblo. La indignación contra el italiano llegó a su límite cuando publicó, el 10-III-1766, una disposición prohibiendo el uso del sombrero redondo y de la capa larga.
El populacho quiso matar al ministro —Motín de Esquilache—, y este tuvo que esconderse para salvar la vida. El rey, aunque muy afecto a él, se vio obligado a privarle de todos sus cargos y a desterrarle con toda su familia, embarcando entonces para su patria. Años más tarde fue nombrado embajador de España en Venecia, cargo que desempeñó hasta su muerte.
Fuente: www.nubeluz.es/personajes
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