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Foto del escritorAndrés Cifuentes

Napoleón, desterrado en Elba

Tras verse obligado a abdicar, Napoleón fue desterrado a la isla de Elba. Allí permaneció apenas unos meses antes de regresar a Francia y recuperar el poder.


Napoleón abandonó la isla de Elba meses después de ser desterrado allí. Napoleón desterrado a Elba

Tras la derrota de los ejércitos napoleónicos y la firma del Tratado de París, las potencias vencedoras decidieron exiliar a Napoleón a una pequeña isla del Mediterráneo. Se le adjudicó Elba, de la que sería nombrado príncipe soberano.


El ministro francés Talleyrand diseñó esta salida para Bonaparte. Los vencedores preferían aplicar mano dura con el emperador francés, algunos incluso abogaban por la muerte de Napoleón. Sin embargo, el temor de convertirlo en un mártir les hizo optar por una solución más indulgente.


Talleyrand diseñó el destierro de Napoleón a Elba

Una jaula de oro


La isla de Elba era una jaula de oro para Napoleón. A pesar de ser nominalmente su soberano, Bonaparte estaba vigilado por cientos de espías y por el gobernador de la isla. Además, vio con amargura cómo algunos de sus amigos, a los que él había ennoblecido, le traicionaban y juraban lealtad a los Borbones reinstaurados en el trono. Tampoco su familia ayudó demasiado. Josefina, su primera mujer , falleció sin que Napoleón pudiera asistir al entierro. Su segunda esposa, María Luisa, no quiso acompañarle al exilio. Y ni su hijo ni su hermano José pudieron visitarle en Elba.

En la isla de Elba, Napoleón estaba vigilado por cientos de espías y por el gobernador de la isla.

Napoleón había perdido con 45 años el poder del que había disfrutado. Pero pronto le llegarán no­ticias alentadoras desde Europa. En Francia, la derrota no había traído la paz interna. El nuevo rey había jurado la Constitución, pero tanto él como la vieja aristocracia y la Iglesia trataban de recuperar sus antiguos privilegios. Naturalmente, toparon con la oposición de casi toda la burguesía, el campesinado, el Ejército y todos aquellos sectores que la Revolución de 1789 había beneficiado. No se podía volver atrás en el tiempo como si nada hubiera pasado. Los enfrentamientos entre facciones políticas cada vez fueron más violentos.


Las potencias vencedoras pretendían rediseñar el mapa de Europa en el Congreso de Viena. Foto: Wikimedia Commons

Además, se añadieron malas cosechas y se agudizó la pobreza de algunos sectores sociales, lo cual favoreció que Napoleón fuera visto como la solución a todos los problemas. Las potencias vencedoras, reunidas en el Congreso de Viena, pretendían decidir el futuro de Europa, pero las tensiones por la hegemonía del continente iban en ascenso.


Huida de Elba


Napoleón recibió esas noticias en Elba y se preparó para su regreso. Los espías fieles a la monarquía francesa aconsejaron a Inglaterra que se trasladase a Napoleón a la isla de Santa Elena para evitar su retorno. Pero era demasiado tarde. En febrero, él y sus hombres regresaban a Francia.

En marzo de 1815, Napoleón llegó a París sin haber disparado un solo tiro.

El objetivo de Napoleón era llegar a París. En su ruta hacia la capital, los diversos regimientos de soldados con los que se cruza deciden unirse al emperador. Al poco tiempo, el rey de Francia, enterado de la huida de Elba, proclamó a Napoleón enemigo de la paz mundial y orde­nó su inmediata captura.


Napoleón huyó de Elba hasta las costas de Francia en febrero. Foto: Wikimedia Commons / Rama

Michel Ney, antiguo general de Napoleón ahora al servicio del monarca, recibe el encargo de apresarlo. Sin embargo, cuando ambos se encontraron, Ney y sus 6.000 hombres se unieron a Bonarparte. En su camino hacia París, el Emperador pronuncia discursos en los que promete paz, bienestar y mejoras económicas. Algo, sobre to­do lo primero, difícil de cumplir. En de marzo de 1815, Napoleón llega a París sin haber pegado un solo tiro. Había comenzado el Imperio de los Cien Días.


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