Tras verse obligado a abdicar, Napoleón fue desterrado a la isla de Elba. Allà permaneció apenas unos meses antes de regresar a Francia y recuperar el poder.
Tras la derrota de los ejércitos napoleónicos y la firma del Tratado de ParÃs, las potencias vencedoras decidieron exiliar a Napoleón a una pequeña isla del Mediterráneo. Se le adjudicó Elba, de la que serÃa nombrado prÃncipe soberano.
El ministro francés Talleyrand diseñó esta salida para Bonaparte. Los vencedores preferÃan aplicar mano dura con el emperador francés, algunos incluso abogaban por la muerte de Napoleón. Sin embargo, el temor de convertirlo en un mártir les hizo optar por una solución más indulgente.
Una jaula de oro
La isla de Elba era una jaula de oro para Napoleón. A pesar de ser nominalmente su soberano, Bonaparte estaba vigilado por cientos de espÃas y por el gobernador de la isla. Además, vio con amargura cómo algunos de sus amigos, a los que él habÃa ennoblecido, le traicionaban y juraban lealtad a los Borbones reinstaurados en el trono. Tampoco su familia ayudó demasiado. Josefina, su primera mujer , falleció sin que Napoleón pudiera asistir al entierro. Su segunda esposa, MarÃa Luisa, no quiso acompañarle al exilio. Y ni su hijo ni su hermano José pudieron visitarle en Elba.
En la isla de Elba, Napoleón estaba vigilado por cientos de espÃas y por el gobernador de la isla.
Napoleón habÃa perdido con 45 años el poder del que habÃa disfrutado. Pero pronto le llegarán noÂticias alentadoras desde Europa. En Francia, la derrota no habÃa traÃdo la paz interna. El nuevo rey habÃa jurado la Constitución, pero tanto él como la vieja aristocracia y la Iglesia trataban de recuperar sus antiguos privilegios. Naturalmente, toparon con la oposición de casi toda la burguesÃa, el campesinado, el Ejército y todos aquellos sectores que la Revolución de 1789 habÃa beneficiado. No se podÃa volver atrás en el tiempo como si nada hubiera pasado. Los enfrentamientos entre facciones polÃticas cada vez fueron más violentos.
Además, se añadieron malas cosechas y se agudizó la pobreza de algunos sectores sociales, lo cual favoreció que Napoleón fuera visto como la solución a todos los problemas. Las potencias vencedoras, reunidas en el Congreso de Viena, pretendÃan decidir el futuro de Europa, pero las tensiones por la hegemonÃa del continente iban en ascenso.
Huida de Elba
Napoleón recibió esas noticias en Elba y se preparó para su regreso. Los espÃas fieles a la monarquÃa francesa aconsejaron a Inglaterra que se trasladase a Napoleón a la isla de Santa Elena para evitar su retorno. Pero era demasiado tarde. En febrero, él y sus hombres regresaban a Francia.
En marzo de 1815, Napoleón llegó a ParÃs sin haber disparado un solo tiro.
El objetivo de Napoleón era llegar a ParÃs. En su ruta hacia la capital, los diversos regimientos de soldados con los que se cruza deciden unirse al emperador. Al poco tiempo, el rey de Francia, enterado de la huida de Elba, proclamó a Napoleón enemigo de la paz mundial y ordeÂnó su inmediata captura.
Michel Ney, antiguo general de Napoleón ahora al servicio del monarca, recibe el encargo de apresarlo. Sin embargo, cuando ambos se encontraron, Ney y sus 6.000 hombres se unieron a Bonarparte. En su camino hacia ParÃs, el Emperador pronuncia discursos en los que promete paz, bienestar y mejoras económicas. Algo, sobre toÂdo lo primero, difÃcil de cumplir. En de marzo de 1815, Napoleón llega a ParÃs sin haber pegado un solo tiro. HabÃa comenzado el Imperio de los Cien DÃas.