Como la inmensa mayoría de palabras de nuestro idioma, los términos relacionados con la vulcanología tienen un origen grecolatino. este hecho tiene la ventaja, además de proveer al vocabulario científico de una terminología internacional similar en casi todos los idiomas.
A las 15:10 del día 19 septiembre de 2021 tuvo lugar la erupción de un nuevo volcán en la isla canaria de La Palma. Este fenómeno histórico ha sido difundido ampliamente a través de los medios de comunicación de todo el mundo. En sus descripciones se repiten palabras y expresiones con las que estamos familiarizados (lava, volcán). Junto a ellas aparecen otras más especializadas cuyas raíces se encuentran en muchas palabras de uso común, que conviene aclarar para que sean patrimonio de todos.
Este vocabulario vulcanológico proviene de la tradición grecolatina y su conocimiento facilitaría la comprensión de lo que se nos cuenta sin necesidad de acudir a segundas fuentes ni a explicaciones sobreañadidas.
Orígenes mitológicos
Si nos acercamos a los textos clásicos, podremos comprobar que las primeras narraciones que mencionan montañas que escupen fuego son de carácter mitológico. Así lo observamos en la Biblioteca de Apolodoro (I, 6, 3). Según el relato de Apolodoro, el dios Zeus le echó encima al monstruo Tifón el monte Etna, en Sicilia (en erupción nuevamente desde el 21 de septiembre). El fuego que arroja el volcán se identificaba entonces con los rayos del dios.
Hasta el año 79 d. C. no encontramos la primera descripción histórica de una erupción volcánica, en la que aún no hallamos ni siquiera el término “volcán”. Se trata de las cartas escritas por Plinio el Joven a su amigo Tácito. En ellas (Cartas VI, 16 y VI, 20), el joven escritor latino relata al historiador la muerte de su tío, el naturalista Plinio el Viejo, como consecuencia de la erupción del Vesubio, el volcán que destruyó las ciudades de Pompeya, Herculano, Oplontis y Estabia.
Precisamente, las erupciones volcánicas que presentan similitudes con la vesubiana se denominan erupciones plinianas, en honor a ambos autores.
Lenguas clásicas, lengua científica
El lenguaje científico recurre al empleo de términos grecolatinos para la descripción de los fenómenos con la intención de facilitar una descripción universal. La terminología científica tiene un marcado carácter internacional, y durante mucho tiempo el latín y el griego han sido las lenguas francas empleadas para ello. En unos casos se usan estas lenguas prácticamente inalteradas, como en la botánica o en el léxico judicial; en otros adoptando la fonética o la morfología de la lengua meta (piroclastos, seísmo).
El conocimiento del significado de los étimos y de los prefijos y sufijos nos ayudaría a comprender el vocabulario y los conceptos sin necesidad de diccionarios ni de expertos que nos los expliquen, al menos en el primer acercamiento a la palabra.
Así pues, con el fin de facilitar la comprensión de estos términos, ofrecemos un breve glosario con el análisis etimológico de los mismos.
Basáltico: Compuesto del latín basaltes, y este, a su vez, del griego antiguo básanos, “piedra de toque”, al que se ha añadido el sufijo griego -ikos, “relativo a”, que apreciamos en otras palabras como “matemático” o “tópico”.
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