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Foto del escritorAndrés Cifuentes

Abd al-Rahman II

Abd al-Rahman II fue el cuarto Emir Omeya Independiente de Al-Ándalus y el sucesor de su padre Al-Hakam I.

Monarca bondadoso y amante de la cultura y de la paz, logró dotar a Al-Ándalus de uno de sus períodos de mayor prosperidad y tranquilidad, reforzando el Estado, recaudando impuestos, impulsando la cultura y realizando multitud de obras públicas, como la ampliación de la Mezquita de Córdoba.

A pesar de esta atmósfera de paz, el reinado de Abd al-Rahman II no quedó exento de algunos conflictos sociales, especialmente protagonizados por los mártires cristianos, que protestaban por la política pro-árabe del emir.

En su voluntad de pacificación, Abd al-Rahman II fundó la ciudad de Murcia a orillas del río Segura.

Abd al-Rahman II. Toledo, 790 - Córdoba, 22 de septiembre de 852

El cuarto Emir Omeya en Córdoba

Abd al-Rahman II nace en Toledo en el mes de octubre o noviembre del año 790 (mes de Sha'ban del año 176). Hijo y digno sucesor de Al-Hakam I, su figura saltó al convulso ruedo andalusí a partir de la muerte de su padre en el año 822, convirtiéndose en el cuarto emir omeya en Córdoba.

En el año 750 el poder califal que ostentaba su familia en Damasco había sido cruelmente cercenado y derrocado por la estirpe de los Abbasíes, motivando la llegada a Al-Ándalus de un miembro de los Omeyas: Abd al-Rahman I, que creó el Emirato Independiente de Córdoba, libre ya de la tutela de Damasco.

Abd al-Rahman II se proclamó emir muchos años después, pasando a la historia como el gran organizador del Emirato Independiente y como un monarca inteligente, culto, bondadoso y amante de la paz.

Los problemáticos inicios de su reinado

Mapa de la cora o provincia de Tudmir

Abd al-Rahman II supo extender por Al-Ándalus aires de calma y prosperidad, solamente interrumpidos por algunas convulsiones sociales y ciertas dificultades en los primeros años de su reinado.

Algunas de las dificultades a las que el nuevo emir tuvo que enfrentarse fueron la estructura del Estado, los problemas fiscales, la juventud e inexperiencia de un joven Abd al-Rahman II y el apego a la política pro-árabe heredada de su padre, que generó revueltas entre los mozárabes.

En un primer momento, el recién estrenado monarca dejó su reinado en manos de visires y favoritos, como el eunuco Nasr, su favorita Tarub, que ambicionaba el trono para su hijo Abdalá, y Yahya Ben Yahya, partidario de la interpretación estricta del Corán. El objetivo era la islamización de los cristianos para aumentar el poder de la Ley coránica en la sociedad cordobesa.

En esta etapa Abd al-Rahman II fue víctima de una confabulación entre Tarub y el eunuco Nasr para envenenarlo, pero una criada desveló a Abd al-Rahman el complot que sus favoritos preparaban y el emir hizo beber el brebaje mortal a Nasr delante de toda su Corte.

Abd al-Rahman II funda Murcia

La fundación de la ciudad de Murcia es uno de los episodios más destacados del reinado de Abd al-Rahman II.

Recién estrenado su emirato estalla una guerra en la Cora de Tudmir entre los clanes de yemeníes y muraditas. La Cora se encontraba establecida en el sureste peninsular y su capital era la actual Orihuela.

Abd al-Rahman II fundó Mursiya (actual Murcia) entre los años 825 y 831 en una pequeña elevación a orillas del río Segura, al objeto de pacificar el territorio, potenciar el desarrollo y afianzar su autoridad.

En las fuentes musulmanas se cita al general Unmayya ibm Mu'awiya ibn Hisan como pacificador de la Cora de Todmir y al general Chabir como primer gobernador de Murcia. Abd al-Rahman II tenía la voluntad de crear una nueva capital para la Cora de Tudmir. Rara vez en la historia, salvo en América y en la fundación de Alejandría, se ha visto la voluntad de crear una capital, aunque sea de provincia, desde el principio de su existencia.

Abd al-Rahman II difunde la paz y la prosperidad por Al-Ándalus

Abd al-Rahman II consiguió granjearse una corriente de simpatías que provocó que su gobierno no se viera salpicado por demasiados conflictos.

Estableció una verdadera jerarquía administrativa, a partir de dos ramas: la Cancillería Real, órgano consultivo; y la Recaudación de Impuestos, a través de un sistema tributario basado en la delación, que garantizaba que nadie pudiese escabullirse del pago de los impuestos. La industria, el comercio y la cultura experimentaron un período de gran esplendor, situando al emirato omeya a la cabeza del desarrollo europeo y mundial.

Recreación de una puerta de la Muralla de Mursiyâ

Abd al-Rahman II consiguió desarrollar una etapa de prosperidad para Córdoba, así como su pacificación, debilitando las ansias del expansionismo cristiano.

A pesar de que la calma es la nota dominante durante su reinado, éste también se vio salpicado por conflictos sociales con bereberes y mozárabes, así como por las incursiones de normandos en Sevilla, Lisboa, Cádiz y Sidonia, a las que consiguió sofocar y vencer definitivamente en el año 845 con la victoria de Tablada.

Abd al-Rahman II dirigió diversas campañas contra los reinos cristianos del norte, alcanzando la ciudad de León y sitiando Barcelona y Gerona. Sin embargo, en las aceifas (expedición militar que se realizaba en verano) lanzadas contra el reino asturiano que gobernada Alfonso II el Casto, no cosechó los éxitos esperados.

Maqueta de la muralla en la plaza de Santa Eulalia
Santiago en la Batalla de Clavijo

La política pro-árabe llevada a cabo por Abd al-Rahman II le reportó importantes conflictos con la comunidad de mozárabes, que manifestaron su voluntad de mantener su identidad frente a la creciente arabización que su emir desarrollaba sin tregua en la sociedad andalusi.

En el año 850 los mozárabes dirigidos por San Eulogio comenzaron a recibir voluntariamente el martirio para mantener su personalidad religiosa. Esta tensión social alteró durante un tiempo la pacífica convivencia religiosa en Al-Andalus.

Tras tres años de retiro a causa de una enfermedad, Abd al-Rahman II murió el 22 de septiembre del año 852, siendo enterrado en el panteón de los califas en el Alcázar de Córdoba.


Datos de interés

La Mezquita de Córdoba, símbolo del poder califal

Las obras de Abd al-Rahman II en Al-Ándalus

Abd al-Rahman II fue un monarca erudito, inteligente y cultivado, que logró envolver su reinado de un atmósfera de tranquilidad y prosperidad, que sentaría los precedentes del futuro esplendor califal. Extendió las costumbres califales, de boato y ostentación, por toda su Corte, revistiéndola de ilustre gloria.


Introdujo medidas organizativas en la vida palatina y realizó diversas obras en alcázares y mezquitas. Dotó a Córdoba de pavimentación y alumbrado público, reparó caminos y canalizó las aguas por medio de tuberías de plomo, introduciéndolas en los alcázares.

Construyó un arrecife en la orilla derecha del río Guadalquivir, creó fábricas de tejidos, estableció la ceca en Córdoba y engrandeció su reino.


Entre los años 833 y 834 realizó la ampliación de la Mezquita de Córdoba, levantada por Abd al-Rahman I, dado que el recinto proyectado por éste resultaba insuficiente para acoger a la importante comunidad de fieles que se concentraron en la capital de Al-Ándalus.


Amplió la edificación hacia el sur a partir de la prolongación de las naves longitudinales en ocho tramos suplementarios, para lo que empleó ricos materiales y gran cantidad de obreros. En el muro oriental abrió la puerta de San Esteban, en la que aparece ya formada el tipo de puerta cordobesa del siglo X, muy plana y sin abocinamiento.


Fragmento del Edicto de la Fundación de Murcia


Chabir: Mi señor me envía con una feliz embajada la orden de fundar sobre este mismo lugar una nueva ciudad que pasearás su gloria futura con el nombre de Murcia. El Emir Abderramán (que Dios lo proteja) quiere para esta Ciudad el más amable de los destinos para gozo del ciudadano y envidia del visitante. De sus calles sombreadas en verano y cálidas cuando el invierno nos visite, saldrán sus hijos predilectos que alumbrarán con su sabiduría la mayor gloria de nuestra patria, el Andalus. Sus jardines y paseos serán refugio de místicos poetas, de literatos y gobernantes. Por sus murallas bordearán ríos de miel y sus noches estrelladas serán una fiesta: las tertulias y la música, el amor y los cantos llevarán su potente eco más allá de Córdoba y cruzarán las fronteras.
Por sus siete puertas pasarán todos los sabios de España que ofrecerán en calles y mercados el fruto de su inteligencia. Pero las puertas serán cerradas con intransigencia a todo enemigo invasor y bárbaro que no sepa amar la belleza de sus palacios y fuentes, de sus alquerías y repletas de agua fresca, de sus baños y mezquitas.
Nuestra Ciudad será santuario de la transigencia y la convivencia. En sus calles pasearán judíos, cristianos y musulmanes y el amor entre todos sea su ley.
Será nuestra ciudad tan acogedora y generosa que su símbolo lo constituirá una matrona que deja a su propio hijo en el suelo para dar de mamar a otro niño extraño. Yo Chabir, embajador del Emir del Andalus Abderramán II (que Dios lo proteja) fundo en su nombre y en el de Dios el Poderoso, el Clemente, la ciudad de Murcia.

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