Historia
La historia de las Catacumbas de París se remonta a finales del siglo XVIII. A partir de 1809, las Catacumbas se abren al público con cita previa. Desde su creación, las catacumbas han despertado curiosidad. VÍDEO
En nuestro primer viaje a la capital francesa desconocíamos la existencia de las Catacumbas de París
Sin embargo, en nuestra segunda escapada a la “Ciudad de la luz” ya teníamos muy claro que no queríamos perdernos esta experiencia. Mucha gente encuentra macabro adentrarse en un lugar lleno de esqueletos, pero lo cierto es que la visita a las Catacumbas de París tiene un éxito tremendo… ¡y con razón! No solo es un lugar diferente, es pura historia de la ciudad.
Breve historia de las Catacumbas de París
El suelo de París esconde unos 300km de túneles pertenecientes a las antiguas canteras de la ciudad. Las primeras galerías subterráneas, de las que se extrajo la piedra necesaria para construir edificios como Notre-Dame, se crearon a inicios del s. XIII. El crecimiento de la ciudad obligó a abandonar paulatinamente “les carrières souterraines” y en 1755 se prohibió toda actividad en las canteras debido a los constantes y trágicos hundimientos. En 1777 Luis XVI ordenó la creación de una comisión encargada de inspeccionar y reparar la red de túneles.
La creación de esta comisión permitió resolver otro acuciante problema de salud pública: el colapso de muchos cementerios parisinos. El nuevo espacio libre bajo tierra resultó ser un perfecto almacén de huesos. En 1786, con el traslado de los restos óseos del cementerio de los Santos Inocentes, se inauguraban las Catacumbas de París, que no dejaron de recibir huesos de otros cementerios hasta 1859. Entre ellos, los de famosos como Charles Perrault, Jean de La Fontaine, Lavoisier, Danton o Robespierre.
Leyendas y anécdotas de las catacumbas
Aunque el acceso al interior de los túneles está prohibido desde 1955, cada año centenares de personas utilizan las entradas secretas para explorar los pasajes más recónditos, organizar fiestas, montar exposiciones de arte, realizar rituales satánicos, bañarse en las pozas y canales sumergidos o incluso grabar películas porno. Las historias sobre misteriosas desapariciones son incontables y algunas de ellas fueron virales, como la del hombre que -supuestamente- abandonó su cámara en mitad de la exploración de las galerías al ver algo extraño.
Más allá de las leyendas urbanas, lo cierto es que bajo tierra hay mucha actividad. De hecho, existe un término para los amantes de las catacumbas: catáfilos. Algunos de ellos formaron una especie de sociedad secreta, “Les UX“, dedicada entre otras cosas a la organización de eventos subterráneos (al parecer llegaron a tener incluso un cine y un restaurante). Incluso existe una sección de la policía dedicada a la vigilancia de las catacumbas, cuya intervención fue vital en el hallazgo de los dos adolescentes perdidos durante 3 días en 2017 o de los tres jóvenes que se extraviaron tras una fiesta en 2011.
Visita a las Catacumbas de París
Las Catacumbas de París fueron acondicionadas para su visita en el lejano 1814. Los huesos, almacenados hasta entonces de forma caótica, se clasificaron, ordenaron y recolocaron durante varios años para ser mostrados al público. El recorrido turístico es de 1,5km, de los cuales 800m pertenecen a la zona del osario (el resto transcurre por túneles normales). La visita se hace por libre y suele tener una duración de 45 min. Al final del post os hablaremos sobre las colas, tipos de entradas, precios, horarios, etc., así que vamos ya con la visita.
Tras alquilar en taquilla la audioguía, descenderemos 130 escalones para iniciar el recorrido por el primer tramo de túneles a 20m bajo tierra. En esta zona los audios y carteles nos expondrán los detalles más relevantes de la historia de la antigua cantera. Más allá de la emoción de estar explorando el subsuelo de París, lo más interesante a nivel de “hallazgos” son algunas antiguas inscripciones (nombres de calles, señales dejadas por los obreros, etc.) y la zona llamada “el taller”, con pilares de piedra de época medieval.
El plato fuerte de la visita, por supuesto, es la zona del osario. Justo a la entrada, una inscripción advierte al viajero: “¡Alto! Este es el imperio de la muerte“. Y, en efecto, lo es. Los restos mortales de unos 6 millones de personas se amontonan a lado y lado de los pasillos formando tétricos muros. El artífice de esta macabra “exposición” fue Héricart de Thury (1776-1854), quien tuvo la idea de apilar los cráneos y los huesos más largos de una forma decorativa, intuyendo el interés que podría suscitar semejante lugar.
Hay al menos tres puntos de la visita que merecen una mención especial. En primer lugar, la “Fuente de la samaritana“; un pozo circular utilizado por los trabajadores de la cantera para la preparación del mortero. Un segundo rincón especial es el área de la Revolución Francesa, con recuerdos para los fallecidos en las revueltas. Las catacumbas de París fueron usadas como morgue en aquella época, así que muchos de los fallecidos yacen allí. Por último, justo antes de terminar la visita, se encuentra el impactante “Barril“; un enorme conjunto de huesos que recubren un pilar dando lugar a esta curiosa formación.
Fuente: www.losapuntesdelviajero.com
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