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Foto del escritorAndrés Cifuentes

¿Fue Nueva Guinea una posesión española?

Historia de una exploración secreta, la de la segunda isla más grande del mundo por extensión territorial y una de las más ricas en biodiversidad y en grupos aborígenes


Cuando el Océano Pacífico se abrió ante los ojos de la hueste de Núñez de Balboa en 1513 pocos podían intuir las consecuencias en el visión del mundo. Una nueva masa oceánica se presentaba ante los españoles y pronto nuevas expediciones surcarían sus aguas tras la promesa de una nueva ruta hacia las islas de las Especias.


Entre el rosario de islas, islotes, archipiélagos y atolones, sobresale un isla fuera de lo común: la isla de Nueva Guinea. No solo es la segunda más grande del mundo por extensión territorial, sino también una de las más ricas en biodiversidad y en grupos aborígenes. ¿Quiénes fueron los primeros europeos en recorrer sus aguas y nombrar sus cabos, bahías y ríos?


Los primeros mapas de Nueva Guinea, jalonados de nombres españoles

Es difícil apuntar, con luz y taquígrafos, quien fue el primer europeo en recalar en las costas de Nueva Guinea pero todo parece apuntar que, en 1526 una “casualidad” hizo que el portugués Jorge de Meneses descubriera la gran isla.


Desde su cargo de gobernador de la isla de Ternate (Molucas) realizó un pequeño viaje rutinario por las islas en el cual su ruta se desvió levemente y recaló en la isla de Waigeo (hoy Indonesia). Meneses no inició ningún viaje de exploración sino que se quedó allí resguardado hasta que mejorase el tiempo.


Eso sí, acuñó un término para referirse a los habitantes nativos que aún perdura: los papúas. Este nombre, en realidad, tiene un origen malayo (gran pueblo navegante) que viene a significar algo similar a “rizado o encrespado”, en referencia al pelo de los nativos.


La expedición de Álvaro de Saavedra

Los españoles, en dura pugna con sus vecinos portugueses, pronto comenzaron a recorrer el Océano Pacífico con sus naves. La expedición de Álvaro de Saavedra, equipada por su primo el célebre Hernán Cortés, recorrió en 1527 la costa norte de Nueva Guinea a la que nombraron «isla de Oro».


Saavedra tenía la misión de socorrer los restos de la expedición de García Jofre de Loaísa quién partió en 1525 con el objetivo de conquistar y colonizar las islas Molucas. También había un objetivo menor que era encontrar la nave “Trinidad” o sus restos, de la expedición de Magallanes pues se consideraba perdida por ese área.


A principios de Junio de 1528, Saavedra emprendió la vuelta a Nueva España y después de navegar hacia Oriente unas 250 leguas halló una tierra de grandes dimensiones habitada por hombres de negra piel y lanuda cabellera. Era la costa noroeste de la Papuasia o Nueva Guinea.


Según el cronista Antonio de Herrera y Tordesillas (1549-1626) Saavedra aún avanzó 250 leguas más lejos, hacia el Norte, y vio otras islas donde vivían hombres blancos y barbudos, por lo que figuran estas tierras en algunos mapas antiguos con los nombres de “isla Barbuda” y de los “Hombres Blancos”. (Herrera, Década V, lib. III, cap.VI)


La expedición amotinada de Hernando de Grijalva

No fue la única expedición de “rescate” que se dio en aquellos difíciles tiempos. Por ejemplo, el conquistador Hernando de Grijalva acudió en auxilio de Francisco Pizarro, el conquistador el Imperio Inca, en 1536, con la nao “Santiago” y el patache “Trinidad”. Grijalva con la “Santiago” (abril de 1537) puso rumbo a Occidente pero el periplo concluyó en aguas de Nueva Guinea.


El final de Hernando de Grijalva no pudo ser más trágico ya que sus propios marinos y tripulación asesinaron a Grijalva. Los amotinados llegaron a Nueva Guinea. Quizás en referencia a este luctuoso suceso Herrera cita una “isla de los Mártires”, que puede ser Korido, acaso la tierra en que fueron asesinados Grijalva y sus oficiales por la tripulación amotinada.


El comienzo de la exploración de Nueva Guinea

Fue un hecho fortuito el que alumbró el comienzo de una exploración seria e intensa por la enorme isla de Nueva Guinea. Había que establecer una ruta náutica segura que enlazara los dominios españoles de Nueva España (actual México) con las islas del Pacífico. Una de las naves provenientes de la expedición de Ruy López de Villalobos (1500-1546), la nao “San Juan”, intentó regresar a Nueva España en busca de refuerzos y abastecimientos.


El 16 de mayo de 1545 zarpó la nave desde el puerto de Tidore (islas Molucas), mandada por Bernardo de la Torre, y cuyo piloto era Gaspar Rico. Fue el alférez mayor y maestre de campo, Íñigo Ortiz de Retes, ya al mando de la nave, quien protagonizaría un hecho determinante para el incipiente imperio español de Ultramar.


Ortiz de Retes, en su navegación descubrirá diversas islas (Sevillana, Gallega,…), al norte de Nueva Guinea, costeando unas 250 leguas del litoral septentrional novoguineano. En uno de los ríos de la isla, al que bautizaron como San Agustín (actual Mamberamo), los expedicionarios españoles desembarcaron para aprovisionarse de agua y leña.


Acto seguido tomaron posesión del territorio con un sencillo ceremonial. El cronista de la aventura, García de Escalante, dejó recogida en su obra “Relación del viaje que hizo desde Nueva España a las Islas de Poniente, después Filipinas”, el momento histórico: “Sábado, a veinte del mes, (junio) surgieron en la isla grande, y allí tomaron agua y leña, sin contradicción de nadie, por ser allí despoblado. Tomó el Capitán la posesión de esta isla por Vuestra Señoría. Púsole nombre la Nueva Guinea”.


Así pues la gran isla recibió este nombre por la similitud de su pobladores con los de su homónima africana. La nueva denominación fue sustituyendo, poco a poco, las anteriores denominaciones de “Tierra de los Papuas”, “Crespos” o “Negros”, etc. Los expedicionarios siguieron regando los accidentes geográficos de la costa de Nueva Guinea e islas cercanas con topónimos españoles como: Río de San Agustín, La Ballena, Bahía Hermosa, Cabo Hermoso, Cabo Blanco, Rió Baxo, los Crespos, La Magdalena, Barbada, Caimana, Volcán, etc.


Por consiguiente, el litoral explorado tenía ya una presencia hispana que reafirmó Ortiz de Retes al bautizar la costa norte de la isla como ”Tierra de Santiago de los papúes.” Quizás ese puñado de españoles no fueron muy conscientes de la trascendencia de su acto, pero con la toma de posesión incluían a Nueva Guinea, la segunda isla más grande del mundo (785.753 km² ) como dominio del Imperio Español.


Exploración de Fray Andrés de Urdaneta

Un punto crucial en la exploración del Pacífico fue el viaje de Fray Andrés de Urdaneta (1508-1568). Sabemos el resultado de tal viaje con el descubrimiento de la ruta de regreso desde Filipinas hasta Nueva España, el llamado “tornaviaje”.


Sin embargo, sorprenderá saber, para los interesados en la materia, que el objetivo primigenio del proyecto de Urdaneta no era arribar a las islas Filipinas, aún pendientes de someter al poder español, sino dirigirse a la isla de Nueva Guinea. Para Urdaneta las Filipinas eran tierras prohibidas para los españoles, según su cosmovisión cedidas a los portugueses en el Tratado de Zaragoza.


El religioso agustino quería dirigirse a Nueva Guinea y tal convencimiento tenía el respaldo del virrey novohispano Luis de Velasco (1511-1564). En una carta cruzada entre la Real Audiencia y Urdaneta se detalla lo siguiente: “Lo que al virrey movió, dice, que se hiciese la navegación de la Nueva Guinea fue la opinión que tenía Fr. Andrés de Urdaneta, que va en la Armada, que dice que las islas Filipinas se incluyen dentro del empeño también como las de las Molucos, y que yendo a ellas es contravenir el asiento que se tomó con el Rey de Portugal”.


Toponimia española de Nueva Guinea en en ‘Theatrum Orbis Terrarum’

La cartografía del momento ya reflejaba con bastante detalle y profusión, innumerables nombres españoles, a los accidentes geográficos de la isla de Nueva Guinea. Todas las exploraciones anteriores de Grijalva, Villalobos, Saavedra… quedaron condensadas en la obra de Abraham Ortelius (1527-1598).


En el “Theatrum Orbis Terrarum” (1570) el cartógrafo flamenco elabora lo que se puede denominar el primer atlas moderno. En el planisferio, si nos fijamos en la mitad izquierda, la isla de Nueva Guinea aparece con una silueta amorfa. Sin embargo en la parte norte, la más explorada por los españoles, está señalado el Río de San Agustín, el lugar donde Ortiz de Retes tomó posesión para la Corona española de la isla veinticinco años atrás.


En obras cartográficas posteriores se sigue repitiendo la toponomía española de Nueva Guinea como en el caso del atlas de Joan Martínez (1556-1590). Este cartógrafo llegó a ser nombrado, por el rey Felipe II, Cosmógrafo Real y en su Atlas (1587), la parte dedicada a Nueva Guinea mantiene la toponimia española e incluso la amplía: “Cabo Hermoso”, “Bahía Hermosa”, “Isla de los Mártires”, “La Caimana”, “De la mala gente”, “Río de San Lorenzo”, Tierra Baixa”, etc.


El viaje de Pedro Fernández de Quirós

Las exploraciones en la isla de Nueva Guinea prosiguieron en los años posteriores. El viaje de Pedro Fernández de Quirós (1565-1614) supuso un salto cualitativo en las exploraciones en el Pacífico asombroso. Quirós quiso descubrir, colonizar y evangelizar el mítico Continente Austral, que se intuía pero aún no había sido constatado geográficamente.


Con el apoyo del rey de España, Felipe III, y el del Papa Clemente VIII, partió del Callao (Virreinato del Perú), el 21 de diciembre de 1605 al mando de tres naves: “San Pedro”, “San Pablo” y “Los Tres Reyes.” Quirós fundó la “Austrialia del Espíritu Santo” en una isla, perteneciente en la actualidad a la república insular de Vanuatu y no en el continente australiano como era su objetivo.


Después sucedieron una serie de imprevistos que resultaron en el desperdigamiento de la flota exploradora. Quirós partió hacía Nueva España mientras que el segundo de la expedición, Luis Vaéz de Torres (1565-1614) procuró llegar a las islas Filipinas, tras haber esperado sin resultado el reencuentro con Quirós.


Torres, al mando de la “San Pedro” y “Los Tres Reyes” partieron hacia Manila y recorrieron gran parte del litoral meridional de Nueva Guinea. El gran hito geográfico fue el descubrimiento del Estrecho de Torres, el cual separa la isla de Nueva Guinea de Australia. Fue la confirmación definitiva que Nueva Guinea no formaba parte de ningún continente. La singladura de Torres sirvió de espejo a navegantes posteriores, incluido los británicos en el siglo XVIII, cuando iniciaron la colonización de la isla-continente australiana.


Los mapas de Diego de Prado: prueba de la presencia española

Tal fantástico viaje no podía quedar en el olvido. Diego de Prado confeccionó una serie de mapas sobre las bahías que recorrieron y navegaron por aguas de Nueva Guinea con increíble detalle. En uno de los mapas de Diego de Prado se aprecia, la llamada bahía de San Lorenzo y el puerto de Monterrey.


Detalle del mapa de Diego de Prado.

Otro dibujo corresponde a la bahía de San Pedro de Arlanza. Desde 1606 habían descubierto los españoles las grandes islas que forman la terminación Sudeste de Nueva Guinea, y que no figuraban en las cartas modernas hasta que las reconoció, el capitán de la marina británica John Moresby (1830-1922) en 1873.


Detalle del mapa de Diego de Prado.

La historiografía británica, como en el caso de la exploración de Australia, parece obviar todo lo que puede más de un siglo y medio de exploraciones y navegaciones hispanas por la isla de Nueva Guinea.


Incluso cuando Luis Vaéz de Torres, en su viaje de regreso a Manila, descubre el archipiélago de Las Lusíadas (Tierra de San Buenaventura, hoy Tagula), el puerto de San Francisco (hoy Oba Bay, SO isla Sideia), en la bautizada como isla de San Facundo, donde se aprovisionan, su capitán Diego de Prado toma posesión en nombre del Rey de España.


Un caso análogo al de la toma de posesión de Íñigo Ortiz de Retes cincuenta años antes. Por segunda vez se toma y considera Nueva Guinea una posesión española pero, inexplicablemente, nunca aparece reflejado en la cartografía o mapas didácticos.


Los planos que levantó Diego de Prado y Tovar en 1606 son la mejor prueba y fundamento de la presencia española en aquellas aguas. Estudiándolos con detenimiento, aparte de la profusión de accidentes geográficos (cabos, golfos, ríos, etc.) hay un par de localizaciones que llaman poderosamente la atención.


En uno de ellos se hace referencia a la “Tierra de San Buenaventura”, que todos los indicios sitúan, no en las Salomón sino en Nueva Guinea. Pero tampoco un lugar cualquiera de esta gran isla sino en la isla de Tagula que pertenece al archipiélago de las Lusiadas.


No obstante, hoy en día, pertenecen políticamente a Nueva Guinea. En un segundo mapa se ve a la denominada “Santiago de los Papúas”, y señalo “Piedra Fuerte”, que o bien puede ser un acantilado o puesto avanzado español. No lo sabemos.


Más reseñable si cabe es el señalamiento en el plano de un “Fuerte de S. Santiago.” ¿Hubo una fortificación española en aquella isla remota de Nueva Guinea? Si lo marcó Diego de Prado es porque existiría en 1606 algún tipo de fortaleza para la defensa de los expedicionarios españoles. ¿Existirá algún resto de la supuesta fortaleza española en las profundidades de Nueva Guinea?


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