Fue el acuerdo firmado el 29 de septiembre de 1864 por los gobiernos de España y Portugal, en el que se fijó la delimitación de las fronteras de ambos reinos de la Península Ibérica.
El tratado fue acordado por Juan Jiménez de Sandoval y Facundo Goñi en representación de la reina Isabel II de España, y por Nunho José Severo de Mendoça y Jacinto da Silva Mengo en nombre de Luis I de Portugal; y fue ratificado por ambos países en 1865.
El documento de entrega y posesión se formalizó en Santiago de Compostela el 23 de junio de 1868. La vigencia del tratado comenzó el 5 de noviembre de 1868.
El trabajo de la Comisión Mixta de Límites entre España y Portugal estuvo marcado por tensiones derivadas de dos formar de actuar diferentes: la de los diplomáticos y la de los militares. Además, a esto hay que sumar las tensiones surgidas entre ciudadanos portugueses y españoles.
En este tratado entre España y Portugal consigue que se fijen definitivamente la mayor parte de las fronteras entre los dos países y marcó el final de un proceso de delimitación territorial que había comenzado en la Edad Media.
En él se fijaron definitivamente, en parte, las fronteras vigentes actualmente entre Portugal y España, desde la desembocadura del río Miño hasta la desembocadura del río Caya en el río Guadiana.
Los marcos fronterizos desde ahí hasta la desembocadura del Guadiana quedaron por determinar en este primer tratado de límites, ya que Portugal no reconocía la soberanía española sobre Olivenza.
El tramo entre la desembocadura del río Cuncos en el Guadiana hasta la desembocadura de este fue demarcado mediante un nuevo tratado de límites, en 1926, dejando de nuevo por delimitar el área fronteriza en torno a Olivenza (Badajoz).
Olivenza había quedado en poder de España en virtud de los tratados de Badajoz de 6 de junio y de Madrid de 29 de septiembre de 1801.
Sin embargo, en los decenios siguientes, Portugal reclamó la restitución de Olivenza a su soberanía al amparo de lo estipulado en el Congreso de Viena de 1815, progresivamente renunció a toda reclamación por vía oficial.
Ya en el siglo XX, Portugal y España han firmado diversos Tratados y expresamente, en el artículo 2º del Tratado de Amistad y Cooperación de 1977, las partes contratantes "reafirman la inviolabilidad de sus fronteras comunes y la integridad de sus territorios".
Desde 1986, el proceso de integración en la Unión Europea a la que pertenecen ambos países ha relegado esta antigua disputa territorial a un ámbito menor en las relaciones bilaterales.
La Cuestión de Olivenza
Los propios oliventinos se declaran como españoles de forma unánime, reconociendo, eso sí, su identidad fronteriza y la influencia evidente de Portugal, pero ni remotamente queriendo ser portugueses.
La única consecuencia práctica de la reclamación portuguesa ha sido que la frontera entre ambos países permanece sin delimitar en el término municipal de Olivenza, siendo el único tramo en la larga frontera común en el que esto sucede.
Actualmente, las instituciones portuguesas utilizan mapas del país que no incluyen a la localidad reclamada.
En España la cuestión de Olivenza es prácticamente desconocida, pero en Portugal está ampliamente difundida entre la población de todo el país.
La ciudad de Olivenza fue, hasta la década de 1940, de mayoría lusohablante (portugués oliventino).
Sin embargo, la generación de la época empezó a enseñar a sus hijos a hablar en castellano.
A principios del siglo XXI, el portugués oliventino ha desaparecido prácticamente excepto entre personas nacidas antes de los años cincuenta del siglo XX.
Fuente: www.muyhistoria.es/curiosidades
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