La Iglesia cristiana desde sus inicios desarrolló una serie de normas con las cuales se intentaba controlar el ejercicio de la sexualidad.
Prefacio: La Leyenda Negra
Sin discutir la existencia de la Inquisición española y los actos derivados de su actuación, hay que adelantar para su estudio y comprensión que numerosos aspectos divulgados sobre esta institución fueron deliberadamente exagerados por algunas naciones y estamentos europeos interesados en denigrar al enemigo español especialmente desde el si siglo XVI. Ttal es el caso de Inglaterra, rival de España en las guerras de la época y el protestantismo luterano y calvinista que rivalizó con el catolicismo en que se mantuvieron los reinos y estados mediterráneos como España, Portugal, Francia y los estados italianos.
Desde hace más de un siglo se han realizado publicaciones de autores de diversas nacionalidades que han estudiado la Inquisición Española desde la óptica de la llamada "Leyenda Negra".
Podríamos resumir la Leyenda Negra como un conjunto de relatos fantásticos o deliberadamente exagerados que han arraigado en numerosos países europeos sobre España, acompañados de descripciones grotescas sobre el carácter de los españoles, denigrando su tolerancia, cultura y progreso político. En resumen, bajo la Leyenda Negra, España sería una lamentable excepción dentro del grupo de las naciones europeas.
En el "American Council on Education", texto realizado en 1944 debido a la preocupación del giro antihispano del sistema y el material educativo en Estados Unidos ya se exponía:
" La leyenda negra es una expresión usada por escritores españoles para designar la antigua propaganda contra los pueblos íberos, que empezó en el siglo XVI en Inglaterra y ha sido desde entonces un arma para los rivales de España y Portugal en las guerras religiosas, marítimas y coloniales de aquellos cuatro siglos".
Los principales propagadores de la Leyenda Negra contra España fueron principalmente dos: Inglaterra y el protestantismo alemán.
Inglaterra
Las guerras entre España e Inglaterra y el alejamiento de Enrique VIII del catolicismo para convertirse en cabeza de la Iglesia Anglicana fueron empleadas por la monarquía inglesa para lanzar una ingente labor de propaganda ridiculizadora contra los españoles, que incluyó -pleno de paradoja- el genocidio de los indios de América.
En la presencia hispana en América se produjo un rápido mestizaje, hecho que no sucedió en absoluto en las tierras septentrionales colonizadas por los ingleses, donde además se produjo un completo y sistemático exterminio de la población autóctona para preservar la pureza de sangre y asegurarse la posesión completa del territorio.
El mestizaje de los WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant) con los indígenas simplemente no existió y la única representación de las razas indias norteamericanas que ha llegado al siglo XXI se encuentra recluida en unas pocas reservas de indios, casi como zoológicos que cuidan de una exótica especie en peligro de extinción.
En Australia, los ingleses exterminaron prácticamente a la totalidad de la población autóctona. Un total de 900.000 aborígenes -contabilizados por su propia Sociedad Geográfica- fueron aniquilados.
Protestantismo Alemán
El Humanismo alemán que fue muy nacionalista, no así el italiano, ensalzó siempre a sus antepasados germánicos frente al Imperio Romano decadente. Ulrico de Hutten y Martín Lutero confundían lo italiano con el mundo latino o lo romance, en el que se incluía a Francia, España y Portugal, tachándolo de falso, inmoral y extranjero en completa oposición a lo nacional.
Lutero sintió una franca animadversión hacia España, opinando que los españoles eran ladrones, falsos, orgullosos y lujuriosos. Esto puso tener varias razones:
La identificación de Italia y España con el papismo.
Su antisemitismo. Lutero veía a los españoles como descendientes de judíos..
Su temor a una invasión española y turca, pueblos que el consideraba afines (¡!).
En la Guerra de Esmalcalda se divulgarían estas opiniones al pueblo germano. La propaganda de guerra de la Liga de Esmalcalda era muy nacionalista e identificaba a Carlos V con los extranjeros, con Roma, con el catolicismo, el papa y España. Aunque entre los partidarios del emperador había alemanes y protestantes.
A finales del XVI se introdujo un tinte racista por la influencia de panfletos franceses y holandeses por la gran proporción de conversos judíos y moros entre las tropas españolas, su aspecto moreno y su estatura será criticado por los intelectuales alemanes:
"Los españoles comen pan blanco y besan mujeres rubias con mucho gusto y son tan marrones y negros como el rey Baltasar y su mono". Johann Fischart.1575
Aunque progresivamente, la mitificación de la reforma luterana como palanca hacia la libertad de conciencia ha ido perdiendo adeptos entre los historiadores neutrales, todavía existe un poso en la sociedad occidental que interpreta el movimiento protestante y calvinista como liberador de las cadenas de la religión tradicional católica. Sin embargo, los hechos son tozudos y demuestran lo contrario.
Según Johan von Dollinger es totalmente incorrecto decir que la reforma protestante supuso un movimiento a favor de la libertad de conciencia. Sólo lo fue para ellos ya que se propusieron la eliminación completa de la iglesia católica y de todo lo que se oponía a sus doctrinas.
Zurich fue el Estado-Iglesia de Zwinglio y de su sucesor Bullinger. Ambos fueron destacados represores. Calvino es sinónimo de tiranía religiosa, cuya labor fue llevada a cabo por Beza en su obra "El deber de los magistrados para castigar a los herejes". Según Grisar, el diccionario de la Iglesia Cristiana (protestante) de Oxford nos dice que los reformadores como Lutero, Beza, y Calvino fueron grandes intolerantes.
Vemos así, cómo los representantes del luteranismo y Calvinismo como Lutero, Calvino, Beza, Knox, Cranmer o Ridley defendieron el derecho de las autoridades civiles para castigar el crimen de herejía.
Rousseau nos dice:
"la Reforma fue intolerante desde su cuna y sus autores, tiranos universales"
No hace falta recordar aquí que los calvinistas, en razón de su doctrina de la predestinación, fueron grandes y graves impulsores del racismo en aquellas tierras donde arraigaron (por ejemplo, Sudáfrica)
La Inquisición española bajo el prisma de la Leyenda Negra
Los miembros de la Inquisición Española frecuentemente aparecen en la literatura, el cine, las series de televisión como crueles fanáticos persiguiendo y quemando a multitudes formadas por brujas, protestantes, musulmanes, judíos y disidentes de todo tipo.
La exageración y la miopía que se muestra por parte de muchos incultos voceros son del todo indignantes, sobre todo cuando proceden de países como los del centro de Europa donde el protestantismo y el calvinismo ejercieron una verdadera represión durante los primeros siglos de la Modernidad. Hay que recordar que sólo en Alemania fueron quemadas 25.000 mujeres por brujas.
Además, la propaganda inglesa, francesa y holandesa se encargó de exagerar algo que las "inquisiciones protestantes" realizaban con todavía más violencia y en menos tiempo. Dos de los personajes que más expandieron el mito de la extrema crueldad y fanatismo de los inquisidores españoles fueron John Foxe y Guillermo de Orange.
El primero fue un escritor inglés afincado en Holanda que hizo un relato repleto de errores sobre las víctimas de la Inquisición Española a la que consideraba un verdadero martillo de protestantes.
Más grave fue la propaganda vertida por Guillermo de Orange, líder protestante alemán con el que la Inquisición española adquirió su fama de tribunal monstruoso.
Breve historia de La Inquisición Española
El dominico sevillano Alonso de Ojeda, convenció a la reina católica, Isabel I, durante su estancia en Sevilla, entre 1477 y 1478, de la existencia de prácticas judaizantes entre los conversos andaluces. Un informe solicitado por los reyes a Pedro González de Mendoza, arzobispo de Sevilla y al dominico Tomás de Torquemada, confirmó este hecho.
Para acabar con los falsos conversos, decidieron que se introdujera la Inquisición en Castilla. Pidieron al papa Sixto IV en 1478 su consentimiento. Desde su nacimiento en este mismo año el nombramiento de los inquisidores era competencia de los monarcas.
Aunque oficialmente su fundación se fija en el año 1478 en el reino de Castilla, lo cierto es que el entramado de la institución no estuvo organizado hasta dos años después: 1480. El proceso fue más lento en Aragón, pues la Inquisición del siglo XIII aún seguía vigente. Ello no impidió al rey Fernando comenzar las reformas designando a Tomás de Torquemada Inquisidor General de la Corona de Aragón en 1485 y a los dos primeros inquisidores de Zaragoza. Poco después, fueron establecidos otros dos en Valencia y Barcelona, respectivamente.
Esta medida fue desaprobada rotundamente por las autoridades aragonesas pero el asesinato del Inquisidor de Zaragoza el 13 de septiembre de 1485 convenció a los poderes civiles de la existencia de la herejía en los dominios de Fernando el Católico, pues el crimen se atribuyó a un judaizante. Tras esto, Tomás de Torquemada se consolidaría como máximo responsable de la Inquisición, tanto para Castilla como para Aragón.
El periodo de Torquemada y sus primeros sucesores (hasta 1530 aproximadamente) fue la más negativa en cuanto a procesos y ejecuciones en la hoguera. No obstante hoy se rebate el exagerado número de víctimas aducido por algunos autores durante ese primer medio siglo.
Recientemente el profesor Henry Kamen de las Universidades de Edimburgo y Warwick, miembro de la Royal Historical Society de Londres ha rebajados la cifra a 2.000 personas hasta 1530.
Esto no quiere decir que el número de procesos inquisitoriales durante los primeros 50 años de actuación (1480-1530) de la Inquisición Española fuera pequeño. Pero de los decenas de miles de investigados menos de un 2% acababan en la hoguera, como explicaremos posteriormente.
A partir de 1530 la actividad de la Inquisición fue relajándose así como el porcentaje de ejecuciones frente al total de los procesos.
Hubo un rebrote al descubrirse un grupo de judeoconversos en Quintanar de la Orden en 1588.
A comienzos del siglo XVII retornan a España algunos judeoconversos instalados en Portugal, huyendo de las persecuciones de la Inquisición Portuguesa, instaurada en 1532. En 1691, en varios autos de fe fueron ejecutados 36 judeoconversos mallorquines. Finalmente, a lo largo del siglo XVIII se redujeron grandemente los procesos. El último fue en 1818.
Relación entre el número de casos investigados y las condenas a pena de muerte
Como se ha indicado en el apartado anterior, el porcentaje de reos de muerte fue afortunadamente muy pequeño en comparación con los procesados. La causa de esta desproporción es simple: muy pocos reos eran finalmente condenados a morir. Los castigos se pueden clasificar en:
Multa económica
Servicio en galeras como remeros durante un tiempo específico
Penas de prisión
En los casos más graves, la pena de muerte
Según los cálculos de Gustav Henningsen, profesor de la Universidad de Copenhague, durante el amplio periodo de 1540 y 1700, las condenas a muerte se dictaron en un 3,5% de los casos.
Sin embargo, sólo al 1,8% de los condenados se les aplicó la muerte por hoguera. Para el resto, lo que ardía era un muñeco o maniquí del tamaño de una persona. Estos muñecos representaban a reos que no se encontraban a su disposición, bien por haber fallecido con anterioridad, haber escapado o sencillamente porque nunca fueron detenidos.
El prestigioso historiador Geoffrey Parker, Catedrático y profesor de numerosas universidades como Ohio, Illinois y Yale, en Estados Unidos, Iritis Columbia, Canadá, y en S. Andrews, Escocia, se ha atrevido a concretar el numero de ejecutados en una cifra de 5.000 durante los 350 años de actividad de la Inquisición.
Diferencias de la Inquisición Española con otros ordenamientos procesales
El historiador francés Marcel Bataillon respondió en su tesis de Erasmo que:
"La represión española se distinguió menos por su crueldad que por el poder del aparato burocrático, policial y judicial del que dispuso"
De esta forma, lo que diferenció la Inquisición Española con otros sistemas procesales europeos es que, si bien causó menos derramamiento de sangre, dejó registrada la información detallada de cada proceso.
En efecto, para la reconocida medievalista Regine Pernoud no todos los medios de tortura aplicados con naturalidad por la justicia civil fueron aceptados por la Inquisición. Más bien se puede asegurar que la tortura se empleaba en el menor porcentaje de las ocasiones.
Como explica esta autora, para emplear métodos violentos en los interrogatorios, el procesado debía estar imputado por un crimen que se considerase de gravedad y, al mismo tiempo, los investigadores del tribunal tenían que contar con serias y fundadas sospechas de la culpabilidad del reo.
Los interrogatorios siempre se realizaban bajo supervisión de un inquisidor que tenía orden de evitar daños permanentes, a menudo junto a un médico, en contraste con las salvajes torturas aplicadas por las autoridades civiles en todos los reinos y territorios europeos (y nosotros añadiríamos de todo el mundo en aquellos siglos).
Por otro lado, resulta ridícula la larga lista de técnicas de tormento que se aducen en algunas webs y que supuestamente fueron aplicadas por la inquisición. Esta larguísima relación de torturas no es otra cosa que una exhaustiva recapitulación de los indeseables sistemas empleados a lo largo de gran parte de la historia por todo tipo de autoridades, especialmente las civiles. La mayoría de ellas no fueron empleadas por la inquisición española.
Henry Kamen, también ha ayudado a desmitificar numerosas ideas extendidas sobre la Inquisición, y cita en una de sus obras sobre el tema:
"Comparando las estadísticas sobre condenas a muerte de los tribunales civiles e inquisitoriales entre los siglos XV y XVIII en Europa: por cada cien penas de muerte dictadas por tribunales ordinarios, la Inquisición emitió una"
Además, Para Regine Pernoud, el procedimiento inquisitorial supuso un avance en la historia de la legislación porque descartó el uso de la Ordalía como medio de obtener pruebas y lo reemplazó por el principio de la prueba testimonial.
Se establece el principio del Estado como fiscal o parte acusadora. Hasta ese tiempo era la víctima la que tenía que probar la culpabilidad de su agresor, incluso en los procesos criminales mas graves, difícil cuando la víctima era débil y el criminal poderoso. En la Inquisición la víctima es un simple testigo.
Dicho de otra manera: a pesar de que la Inquisición Española no fue una institución ni una actividad de la que podamos sentirnos orgullosos, al menos ofreció en su momento garantías procesales más amplias que los tribunales ordinarios civiles y, a la postre, fue responsable de muchas menores muertes.
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