Felipe II. Reino entre los años 1555 y 1598. Rey de las coronas de Castilla, Aragón y Portugal. Nació el 21 de mayo de 1527 en Valladolid. Hijo de Carlos I y de su esposa Isabel (hija de Manuel I de Portugal). Llegó al trono tras las abdicaciones que hizo en él su padre en Bruselas en 1555 y 1556. Los dominios de Felipe II comprendían entonces, además del territorio en la Península Ibérica, en Europa (Nápoles, Cerdeña, Sicilia, el Milanesado, el Rosellón, las islas Baleares, los Países Bajos y el Franco Condado); en África (las islas Canarias); en América (México, Perú , Chile, Cuba, Santo Domingo, etc.), y, en Oceanía (las islas Filipinas y parte de las Molucas); por lo que “en sus dominios nunca se ponía el sol”. Pero también heredó de su padre la guerra con Francia, cuyo rey, Enrique II (1547-1559), era aliado del papa Paulo IV (1555-1559).
Enfrentamiento con Francia
Los franceses empezaron la contienda invadiendo los dominios de Felipe II en Italia; pero fueron rechazados por el duque de Alba; por lo que el Papa se separó de la alianza con Francia. Felipe II estaba casado con María Tudor y recibió la noticia de la agresión francesa estando en Inglaterra; en seguida reunió un ejército de 60.000 hombres (entre ellos 17.000 jinetes y 80 piezas de artillería) bajo el mando de Manuel Filiberto, duque de Saboya, quien se presentó ante las murallas de San Quintín el 2 de agosto de 1557; el ejército francés acudió a defender esta plaza.
El 10 de agosto tuvo lugar la batalla; en ella, perecieron 6.000 soldados franceses y otros tantos fueron hechos prisioneros, entre ellos lo más escogido de la nobleza de Francia; en el ejército de Felipe II, sólo hubo unas mil bajas. La plaza resistió hasta el día 27, cuando, abiertas tres brechas en la muralla, la ciudad fue tomada por asalto y arrasada, cometiéndose en ella toda suerte de atrocidades.
Felipe II, para conmemorar esta victoria, construyó el monasterio de El Escorial, dedicado a san Lorenzo, cuya fiesta es el 10 de agosto, día en que tuvo lugar la batalla de San Quintín, en la que su ejército obtuvo tan importante victoria; además, como san Lorenzo, según dicen, murió asado en una parrilla, el monasterio dedicado a él se construyó en forma de una parrilla invertida, y las obras duraron desde 1563 hasta 1584. Los franceses continuaron la guerra en los Países Bajos y en Calais, que pertenecía a Inglaterra, hasta que fueron vencidos en Gravelinas por el conde de Egmont; entonces se firmó la Paz de Cateau-Cambresis el 2 de abril de 1559, en virtud de la cual se devolvieron las conquistas hechas entre ambos países, y Felipe II, ya viudo de María Tudor, se casó con Isabel de Valois (hija del rey francés Enrique II).
Felipe II y La Santa Inquisición
Al mes siguiente de su boda con Isabel Valois, tuvo lugar, en Valladolid, un auto de fe, en el cual, el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición quemó a quince seguidores de Lutero, pertenecientes en su mayor parte a la alta sociedad; entre ellos estaba el doctor Cazalla, canónigo de Salamanca y predicador de Felipe II y antes de Carlos V, quien lo llevó a discutir contra Lutero en la Dieta de Worms en 1521. Cazalla decía después: “Yo fui a convencer a Lutero; pero él me convenció a mí”; por lo que, en Valladolid, por el día, Cazalla decía misa para Carlos V, y, por la noche, explicaba la Biblia, en casa de sus padres, al grupo de luteranos de Valladolid, cuyo pastor era él mismo.
Cuando la Inquisición los descubrió, los sometió a tormento; los que se retractaron, quedaron encarcelados, y los demás fueron quemados vivos; a Cazalla, como mostrase señales de arrepentimiento (según los inquisidores), le dieron garrote antes de quemarlo, junto con él quemaron los restos mortales y una estatua de su madre, Leonor de Vivero, sacada de la tumba para ser quemada. Al día siguiente, el Santo Oficio recogió las cenizas de los quemados y las arrojó al río, y, tras arrasar hasta los cimientos la casa de la familia Cazalla, sembró de sal el solar (como hacían los romanos paganos a sus enemigos) y levantó allí una columna con esta leyenda: “Presidiendo la Iglesia Romana Paulo IV e reinando en España Felipe II, el Santo Oficio de la Inquisición condenó a derrocar e asolar esta casa de Pedro Cazalla e doña Leonor de Vivero, su mujer, porque los herejes luteranos se juntaban en ella a hacer sus conventículos contra nuestra santa fe católica e Iglesia Romana, en 21 de mayo de 1559.”
Desde entonces, la calle donde estaba esta casa se llamó “Calle del Rótulo Cazalla”; hoy se llama “Calle del Doctor Cazalla”, en cuyos números 19 y 20 estaba la casa de la familia Cazalla. Otro tanto hizo el Santo Oficio poco después con el grupo de luteranos que había en la ciudad de Sevilla y en sus cercanías, donde, en el convento de frailes jeróninos, de San Isidoro del Campo, la mayor parte de ellos se habían hecho luteranos, de entre los cuales pudo escapar, de las garras y del fuego del Santo Oficio, Casiodoro de Reina, quien, tras huir a Londres, después, en Basilea, tradujo y publicó, por primera vez, la Biblia al castellano en 1569. El Santo Oficio realizaba estas hazañas (consistentes en atormentar y quemar a cualquiera que discrepase en materia religiosa) alentado y apoyado por el piadosísimo Felipe II, quien, el 12 de agosto de 1566, envió una carta a su embajador en Roma Luis de Requeséns, diciéndole. “Podéis certificar a Su Santidad que antes que sufrir la menor quiebra del mundo en lo de la religión y servicio a Dios, perderé todos mis Estados y cien vidas que tuviere, porque yo no pienso ni quiero ser señor de herejes.” Así que el Santo Oficio siguió cometiendo asesinatos de personas inocentes con total impunidad en los autos de fe. El cristianísimo Felipe II, cuando iba a ver las obras del Monasterio llamado Real Sitio de San Lorenzo se alojaba en un convento que había en el centro del pueblo de El Escorial. Pues bien, ironías de la Historia, ese antiguo convento es, desde hace más de un siglo, propiedad de los protestantes.
Abdicación a favor de su hija en los Países Bajos
En 1561, Felipe II trasladó su Corte desde Toledo a Madrid. El 7 de octubre de 1571, Juan de Austria obtuvo la resonante victoria de Lepanto contra los turcos y, en 1573, conquistó Túnez, que había vuelto a caer en poder de los turcos después de haberla conquistado Carlos V en 1535. Después, Felipe II envió a Juan de Austria a pacificar los Países Bajos, donde ardía la guerra entre católicos y protestantes; pero allí murió en 1578 sin haber logrado su objetivo. Inglaterra envió 6.000 hombres para ayudar a los flamencos, por lo que Felipe II envió contra los ingleses la Armada invencible, que acabó destruida por una tempestad el 20 de junio de 1588. Felipe II, para acabar con los problemas de los Países Bajos, abdicó la soberanía de éstos en su hija Isabel Clara Eugenia, como dote al casarse con el archiduque Alberto de Austria; el gobierno de éstos era hereditario y dependiente de España.
Conquistas y La Paz de Vervins
En 1580, tras la muerte del rey Enrique de Portugal (1578-1580), Felipe II anexiono Portugal a la Corona de Castilla, de la forma indicada al tratar de ese país. Por otra parte, Felipe II no dejó de influir en la política francesa a causa de las guerras de religión que se desarrollaron allí; al mismo tiempo, tenia proyectos de dominio europeo; pero la conversión, al catolicismo, del calvinista rey francés, Enrique IV, el 25 de julio de 1593 (cuando, según dicen, habría afirmado: “París bien vale una misa”, palabras que otros niegan que pronunciara), tiró por tierra las ambiciones de Felipe II sobre el trono de Francia; mas todavía continuó la contienda entre ambos soberanos hasta que, por intervención del papa Clemente VIII (1592-1605), llegaron a firmar la Paz de Vervins el 2 de mayo de 1598, que acabó con todos los proyectos de dominio europeo que acariciaba Felipe II, que tuvo que devolver, a Francia, muchas plazas importantes de la Picardía. Cuatro meses después, murió Felipe II en El Escorial el 13 de septiembre de ese mismo año. Pasó los últimos cincuenta y tres días de su vida postrado en la cama con su cuerpo convertido en una llaga y sufriendo terribles dolores; no le podían cambiar las sábanas de la cama, porque estaban pegadas a la carne de su cuerpo, el cual se hallaba lleno de úlceras y de gusanos (así fueron los últimos días de Herodes el Grande); de haber coincidido en el tiempo, Lactancio lo habría incluido en la lista de sus personajes.
Matrimonios de Felipe II
María de Portugal
El 14 de noviembre de 1543, se casó con María de Portugal (1526-1545, hija del rey Juan III de Portugal – hermano de Isabel de Portugal, esposa de Carlos V y de su esposa Catalina, hermana de Carlos V; por lo que María de Portugal era prima hermana de Felipe II por partida doble), la cual murió al dar a luz a su hijo Carlos el 12 de julio de 1545.
María Tudor
En julio de 1554, Felipe II se casó con la reina de Inglaterra, María Tudor (1515-1558, hija de Enrique VIII y de su esposa Catalina de Aragón), que murió el 17 de noviembre de 1558 sin dejar descendencia.
Isabel de Valois
En 1558, acabó la guerra entre Felipe II y Enrique II de Francia; entonces empezaron las negociaciones para un tratado de paz; la primera reunión tuvo lugar el 12 de octubre de 1558; entonces se acordó casar a Isabel de Valois (1546-1568, hija de Enrique II) con el príncipe Carlos (1545-1568 hijo de Felipe II), y se celebraron los esponsales; pero se acordó que se aplazara la consumación del matrimonio para cuando los príncipes tuvieran más edad (ella tenía 12 años y él 13); mas, como María Tudor murió el 17 de noviembre de 1558 Felipe II se quedó viudo; por lo que, al firmarse la Paz de Cateau-Cambresis el 2 de abril de 1559, el rey castellano anuló los esponsales de Isabel con Carlos, y se acordó que Isabel se casara con él mismo; por tanto, el rey mando al duque de Alba a París con plenos poderes; éste firmó el tratado de paz, celebró los esponsales con Isabel en en nombre de Felipe II y se la trajo para Castilla; el rey se encontró con ella en Guadalajara y allí ratificó y consumó el matrimonio con Isabel el 31 de enero de 1560; ella tenía 14 años, y él 33.
El 12 de agosto de 1566, la reina dio a luz a la infanta Isabel Clara Eugenia; el 10 de Octubre de 1567, tuvo a su otra hija, Catalina Micaela. Después, la reina cayó enferma y murió a principios de octubre de 1568, a los 22 años de edad; según unos, la reina murió por un error de los médicos; pero, según otros, Felipe II la encontró con el príncipe Carlos, y, dominado por los celos, la envenenó. El caso es que el príncipe Carlos había muerto poco antes, el 24 de Julio de 1568, en extrañas circunstancias, sospechándose que su padre lo hubiera envenenado; también, según unos debido a sus amores con su madrastra ( no hay que olvidar que ella había sido su prometida, y su padre se la había quitado); según otros el envenenamiento habría sido debido a sus relaciones con protestantes de los Paises Bajos; lo cierto es que su padre lo tenía arrestado y, al dar cuenta, Felipe II, de este arresto al consejo, dijo: “El servicio de Dios y el bien de mis reinos hanme inducido a semejante acto”.
Ana de Austria
Por fin, cuando el príncipe Carlos murió, tenía por prometida a Ana de Austria (1549-1580, hija de Maximiliano II y de su esposa, María de Austria), y Felipe II se casó con ella en 1570 (parece que le gustaban las jovencitas novias de su hijo); de este cuarto matrimonio de Felipe II, nacieron: Fernando (en 1571), Carlos Lorenzo (en 1573), Diego (en 1575), Felipe (en 1578); excepto Felipe, todos murieron de niños; la reina también murió en 1580 en Badajoz a los 31 años de edad.
Encarcelamiento de la princesa de Éboli
Por otra parte, está el trío amoroso formado por la princesa de Éboli (Ana de Mendoza y de la Cerda), Antonio Pérez (secretario del rey) y Felipe II, quien, tras el asesinato de Escobedo (secretario de Juan de Austria), autorizado por el rey, por “razones de Estado”, puso en prisión a los otros dos en la noche del 26 de julio de 1579. Antonio Pérez, después de muchas peripecias, pudo fugarse de su prisión y acabó sus días en París el 13 de noviembre de 1611. La princesa de Éboli, en la noche de su detención, fue encarcelada en la torre de Pinto (Madrid); medio año después, fue trasladada a la prisión de la fortaleza de Santorcaz (Madrid); en 1581, habiendo enfermando, fue llevada a su palacio de Pastrana (Guadalajara); por fin, tras la huida de Antonio Pérez a Francia, como, al parecer, se comunicaba con él por carta, fue recluida en una habitación de la planta primera de la torre oriental de este palacio por orden de Felipe II; esta habitación fue tabicada, quedando sólo un agujero en la pared por donde le introducían la comida; así quedó totalmente incomunicada, pues nada más podía acercarse durante una hora al día a la reja de la única ventana que tenía en la habitación; desde allí sólo podía contemplar la plaza que estaba delante del palacio; de ahí tomó esa plaza el nombre de Plaza de la Hora, que aún conserva; en esa prisión y en esas condiciones, pasó la princesa los últimos años de su vida hasta su muerte el 2 de febrero de 1592 a los 52 años de edad.
La princesa de Éboli había nacido en Cifuentes (Guadalajara) en junio de 1540; por mediación de Felipe II, se casó el 18 de abril de 1553, con un consejero y amigo del rey, llamado Ruy Gómez de Silva, quien murió el 29 de julio de 1573; tras quedarse viuda, la princesa pretendió ser monja en un convento de Pastrana; después, Felipe II le dijo que sería mejor que se ocupara del cuidado de sus hijos y de su hacienda (era propietaria de toda la villa de Pastrana) que de ser monja; entonces, ella se trasladó a Madrid, donde se relacionó con el rey y con Antonio Pérez, personajes que desde antes eran amigos de ella y de su difunto esposo; la princesa acusó a Felipe II de estar involucrado en la muerte de Escobedo, y el rey la sepultó en la prisión indicada (sabía demasiadas cosas del monarca más poderoso del mundo; por eso, él la redujo al silencio, lejos de la Corte); se cuenta que, aun después de haber perdido un ojo y haber tenido diez hijos de su matrimonio, conservaba una extraordinaria belleza.
Planificación y ejecución de Montigny
Montigny era un consejero español de la princesa Margarita (hermana de Felipe II), regente de los Países Bajos, quien lo envió a pedir al rey que cumpliera ciertas promesas que había hecho a aquellas provincias. El duque de Alba, que sustituyó a Margarita, mandó, a Felipe II, una carta acusando a Montigny de defender la causa de los flamencos, y pidiendo que fuera ejecutado.
El rey lo encarceló en Segovia; luego lo trasladó a la fortaleza de Simancas; después decidió no ejecutarlo públicamente, para que todo quedase en secreto; con este fin, un médico visitó al preso, a quien después se llevaron remedios contra la fiebre; se divulgó la noticia de que estaba enfermo; pero que pronto sanaría; después, el rey envió, a Simancas, a fray Hernando del Castillo, para que confesara a Montigny, y a un verdugo, para que lo ejecutara; se dio una noche y un día a Montigny, para que hiciera su testamento, escribiera a su esposa y recibiera los sacramentos; después se le dio garrote; y, para que no se notaran las marcas del garrote, el rey dispuso que se le amortajara con el hábito de franciscano, a fin que, calándole bien la capucha, no se vieran las señales del garrote.
El rey ordenó también que se le hiciera un entierro como correspondía a un noble. La orden de Felipe II disponiendo todos estos hechos es de fecha 1 de octubre de 1570; el día 14, llegó fray Hernando del Castillo donde estaba el preso, y el día 16 a las dos de la madrugada, Montigny fue atado a una silla y agarrotado; el solemne entierro se realizó en la iglesia de Simancas. Después, con fecha 3 de noviembre de 1570, Felipe II, escribiendo al duque de Alba, entre otras cosas, le decía; “[…] y sucedió tan bien que hasta agora todos tienen creído que murió de enfermedad, y así también se ha de dar a entender allá, […].”.
Destino de las riquezas de América
Durante este reinado, se trajeron, de América, muchos millones de kilos de oro y plata; no obstante, el Gobierno de Felipe II llegó a la bancarrota por lo menos en tres ocasiones: en 1557, 1575 y 1596. ¿Dónde fue, pues, a parar tan ingente riqueza? En gran parte fue a financiar la guerra en los Países Bajos, donde Felipe II se empeñó en parar el avance del protestantismo y de la independencia de aquellas provincias a base de mucho ejército y mucha Inquisición (la cual cometió innumerables asesinatos), lo que supuso, para España, una ruina en vidas de españoles y en la economía del Estado. Un historiador, refiriéndose a lo que esa guerra supuso para España, dice: “…, a la que el rey prudente arruinó y empobreció en su loco empeño de convertirla en brazo armado de la Iglesia.”
Felipe II de España. Recuperado de Historia de España. https://historiaespana.es/biografia/felipe-ii-espana.
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