Una chispa desencadenó el estallido de la Primera Guerra Mundial el 28 de julio de 1914 y, tras un derrame de violencia que el mundo no había visto hasta el momento, terminó cuatro años y tres meses después, el 11 de noviembre de 1918.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austrohúngaro, y su esposa Sofía en Sarajevo el 28 de junio por parte de un grupo nacionalista había puesto en funcionamiento el intrincado sistema de alianzas abiertas y secretas que sostenía Europa ,de acuerdo a una tradición que venía al menos desde los tiempos de Napoleón y las coaliciones formadas para detenerlo.
Por un lado, las llamadas "potencias centrales" de Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y el Imperio Otomano mantenían una alianza, completada también por Italia, que se mantendría neutral al comienzo del conflicto y luego cambiaría de bando.
Por el otro, se erguía la "Triple Entente" de Francia, el Reino Unido y Rusia, con acuerdos auxiliares con Japón y Portugal y que en años posteriores sería ensanchada con Italia y Estados Unidos, entre otros.
Austria-Hungría dio los primeros pasos enviando a Serbia, donde había sido asesinado el archiduque, un ultimátum imposible de cumplir, y al concretarse esta certeza le declaró la guerra el 28 de julio de 1914, un mes después del magnicidio de Francisco Fernando y en medio de lo que se llamó la "crisis de julio", cuando una serie de maniobras políticas confluyeron en el inicio de un conflicto en todo el continente que, para muchos, podría haber sido evitado.
Otros en cambio, ven a la Primera Guerra Mundial como una masacre que iba a ocurrir tarde o temprano, la confluencia esperable de la competencia imperial de las décadas anteriores y del militarismo.
Mientras que los defensores del futurismo, el movimiento artístico fundado por el italiano Tommaso Marinetti, incluso celebrarían el valor "higiénico" de la guerra.
El segundo paso le tocó a Rusia, que se veía a sí misma como defensora de los pueblos eslavos, al movilizar sus tropas para asistir a Serbia, y entonces Alemania, aliada de los austrohúngaros, le exigió que desistiera. No lo hizo, y Berlín declaró la guerra el 1 de agosto.
El imperio alemán luego exigió a Francia, aliada de Rusia, que se mantuviera neutral en un conflicto que aún parecía limitado. Aunque con dudas, no lo hicieron y movilizaron a las reservas, y Alemania le declaró también la guerra el 3 de agosto, poniendo en marcha el "plan Schlieffen" [diseñado por el mariscal de campo Alfred von Schlieffen] de invasión de Francia a través de Bélgica.
Cuando los alemanes violaron, entonces, la neutralidad belga para atacar a Francia, el Reino Unido, aliado de Bruselas, les declaró la guerra el 4 de agosto, y entonces ya no hubo vuelta atrás y comenzó una guerra total y despiadada que se peleó en Europa, África, Asia e incluso América.
El próximo 11 de noviembre se cumplirán 100 años del armisticio que puso fin a la matanza (las estimaciones van desde los 15 a los 19 millones de muertos, entre militares y civiles), significó la caída de viejos imperios y el surgimiento de otros nuevos, y dejó el borrador de un mundo nuevo que se terminaría de delinear tras la Segunda Guerra Mundial.
En los años entre los dos grandes conflictos surgiría la Sociedad de las Naciones, antecesora fallida de la ONU; se impondría una revolución tecnológica, con aviones, submarinos, armas químicas, nacida en las trincheras; Estados Unidos y Japón comenzarían su verdadero ascenso; se sentarían las bases para la independencia, y futuros conflictos, de los países árabes del Medio Oriente, así como para la creación del Estado de Israel; y se asentarían el fascismo de Benito Mussolini y Adolf Hitler, y el comunismo de Josef Stalin.
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