Las batallas que se libraron en una América que se creía lejos del conflicto
La Primera Guerra Mundial evoca casi instantáneamente imágenes de trincheras, ametralladoras, gases tóxicos y primitivas aeronaves, violentos y novedosos elementos que durante cuatro años, entre 1914 y 1918, los soldados de las principales potencias europeas usaron para matarse entre sí.
Es justamente así que, a pesar del nombre, el conflicto nos sigue pareciendo europeo, más allá de los combates en Medio Oriente, en África, en Asia y, también, en América.
El próximo domingo 11 de noviembre se cumplirá el centenario del armisticio, el instrumento que puso fin a la matanza de casi 20 millones de personas cuando los ejércitos alemanes, aunque en retirada, seguían enterrados en el suelo de Francia y Bélgica, ya sin su aliado el Imperio Austro-húngaro y enfrentados a una poderosa ofensiva aliada.
Ante esta fecha trascendental, a lo largo de toda Europa se preparan conferencias y conmemoraciones de la guerra que por su brutalidad y destrucción parecía destinada a acabar con todas las guerras y fue, sin embargo, opacada veinte años después por un segunda y aún más sanguinaria versión.
Pero la guerra no fue sólo un asunto europeo. Planteando al planeta entero como escenario potencial, los combates entre las potencias centrales, Alemania y Austria-Hungría, y la Triple Entente de Francia, Rusia y el Reino Unido y sus aliados, alcanzaron a todos los rincones del globo.
Los países de América anunciaron, desde un comienzo, su neutralidad. Lo veían ellos también como un altercado europeo, a decenas de miles de kilómetros y un inmenso océano de distancia, y como una oportunidad para exportar materias primas a ambos bandos. Pero aunque así lo vieran, y lo desearan, la guerra llegaría también al continente y para 1917 dos de sus países serían actores y el resto estarían interpelados por la contienda. Ver Mapa
La Escuadra de Asia Oriental en las costas de Chile y Argentina
Para la mayoría de los historiadores, la Primera Guerra Mundial comenzó el 28 de julio cuando Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia, un mes después del asesinato del archiduque Francisco Fernando, dando inicio al mecanismo de numerosos tratados y alianzas entre estados europeos.
En ese momento la Escuadra de Asia Oriental (Ostasiengeschwader) de la Marina Imperial de Guerra de Alemania, al mando del almirante Maximilian Von Spee, se encontraba desperdigada por el Océano Pacífico, desde Hawaii hasta Tsingato, y, ante la superioridad numérica aliada, se tomó la decisión de converger y encarar en conjunto la travesía de vuelta a Europa.
Para hacerlo debía navegar el Pacífico, cruzar el Cabo de Hornos, entre Sudamérica y el continente antártico, y luego el Atlántico hasta llegar a las bases alemanes en Kiel y Wilhelmshaven. Todo esto perseguidos de cerca por la Marina Real Británica.
El primer choque tuvo lugar frente a las costas de Coronel, Chile, e 1 de noviembre de 1914 y se saldó con una victoria de la Escuadra de Asia Oriental y el hundimiento de dos cruceros acorazados británicos, el Monmouth y el Good Hope. Tras la batalla la flota atracó en Valparaíso y los oficiales visitaron el Club Alemán de esa ciudad, donde recibieron elogios y regalos por la gran actuación de la escuadra. Pero Von Spee rechazó los vítores y las flores "que sólo servirán para mi tumba", como señala el historiador Robert K. Massie en su libro "Castillos de Acero" (Castles of Steel, 2003). "No podemos llegar a Alemania, no tenemos un puerto seguro, debemos arar los mares del mundo hasta no tener más municiones o un enemigo superior nos alcance", confío a un médico de la ciudad chilena.
Luego de reabastecerse, la flota de Von Spee continuó su travesía y cruzó el Cabo de Hornos. Pero ya en el Atlántico y confirmando los miedos de su comandante, el 8 de diciembre de 1914, fueron interceptados, mientras intentaban atacar la base británica en Puerto Argentino, por una escuadra superior en armas y en número y aniquilados en los alrededores de las Islas Malvinas. Dos cruceros ligeros, dos cruceros pesados y dos buques auxiliares fueron hundidos en la batalla. Von Spee se fue a pique a bordo de su buque insignia, el SMS Scharnhorst.
El único buque sobreviviente, el SMS Dresden, sería hundido finalmente el 14 de marzo de 1915 en la batalla de Más a Tierra, frente a las costas de esta isla chilena. En total, y en los primeros meses de la guerra, cinco buques de guerra y dos auxiliares alemanes, y dos buques de guerra británicos, fueron hundidos en aguas Chile y Argentina, con la pérdida de casi 3.500 marineros en ambos bandos que quedaron enterrados para siempre en los fríos mares del sur.
Brasil: de la batalla de Trindade a la movilización
También en los inicios de la guerra y en 1914, Alemania y el Reino Unido se batieron en una corta batalla en el archipiélago brasileño de Trindade. Allí se enfrentaron dos barcos de pasajeros convertidos en buques de guerra, el SMS Cap Trafalgar y el RMS Carmania, respectivamente, y el navío alemán fue hundido con una pérdida de entre 10 y 50 personas muertas, como relata Massie.
Aunque el corto enfrentamiento ocurrido el 14 de septiembre Trindade fue el único ocurrido en aguas brasileñas, el país sufrió en numerosas ocasiones el acecho de los submarinos alemanes que durante la guerra intentaron hundir los buques cargueros que transportaban suministros para sus enemigos.
Cuando el vapor Paraná fue torpedeado el 5 de abril de 1917, causando la muerte de tres brasileños, el gobierno del presidente Venceslau Brás finalmente declaró la guerra a las potencias centrales y se convirtió en el único país latinoamericano, y tercero de América, junto a Canadá y Estados Unidos, en sumarse al conflicto como beligerante.
La guerra terminó antes de que las tropas brasileñas llegaran a Europa, pero una escuadra de su marina de guerra patrulló el atlántico durante los últimos meses del conflicto e incluso logró hundir un submarino alemán, en una operación junto a la marina británica.
Guerra submarina irrestricta: del Lusitania al Toro
La guerra submarina irrestricta, que consiste en el hundimiento de buques de carga no militarizados sin advertencia previa, fue iniciada en 1915 por la flota alemana y generó enormes conflictos diplomáticos, no sólo con Brasil.
Quizás el caso más famoso es el del hundimiento del barco de pasajeros británico RMS Lusitania ocurrido el 7 de marzo de 1915 frente a las costas de Irlanda, en el que murieron 128 ciudadanos estadounidenses y fue una de las principales razones para la entrada de ese país americano en la guerra, dos años después.
Berlín argumentó en ese momento que el Lusitania fue atacado tras recibir reportes de inteligencia sobre una presunta carga secreta de municiones en su interior, lo cual fue negado por los aliados al citar al hundimiento como una violación de los acuerdos internacionales.
Que efectivamente se haya probado en investigaciones posteriores que el buque llevaba armamento sin declarar para la causa aliada sigue sin justificar la muerte de 1.198 personas civiles sin conexión con el conflicto. Pero la guerra submarina irrestricta se suspendió temporalmente, siendo retomada en 1917.
También en Argentina esta nueva y polémica táctica produjo un conflicto, especialmente luego del hundimiento de los cargueros Toro y Curamalán, que llevaban suministros al Reino Unido. Empecinada en evitar que otra nación fuera a la guerra en su contra, como ocurrió con Estados Unidos y Brasil, esta vez Berlín ofreció disculpas formales, resarcimiento económico y un desagravio a la bandera argentina, y el gobierno del presidente Hipólito Yirigoyen aceptó.
El telegrama Zimmerman y Ambos Nogales
El hundimiento del Lusitania no fue la única razón que llevó a Estados Unidos a declarar la guerra a Alemania en abril de 1917. También, un insólito telegrama enviado por el Imperio Alemán a México sentó las bases para que el presidente Woodrow Wilson ordenara la movilización.
Ocurrió en enero de 1917, cuando el secretario de Relaciones Exteriores alemán Arthur Zimmerman envió un telegrama secreto a Heinrich von Eckardt, su embajador en México. El texto instruía al diplomático a ofrecer una alianza militar al país latinoamericano para encarar la guerra contra Estados Unidos.
Berlín y Washington aún no estaban enfrentados militarmente, pero ante la inminente reanudación de la guerra submarina irrestricta se creía que la conflagración entre ambos era inminente. "Presionados por la necesidad, debemos legalizar esta nueva arma o, más precisamente, acostumbrar al mundo a ésta", consideró en aquel momento el almirante alemán Reinhard Scheer.
El mensaje fue interceptado por los servicios de inteligencia británicos, y tras revelarse fue instrumental para torcer la opinión pública contra Alemania y allanar el camino para la guerra.
El gobierno de México, que se encontraba peleando una guerra civil en el marco de la revolución mexicana, no quiso saber nada con la oferta alemana, aunque la histeria en Estados Unidos persistió durante los meses posteriores y tuvo su pico en agosto de 1918, cuando tropas estadounidenses pelearon contra soldados y milicias mexicanas en Nogales, una ciudad fronteriza partida entre los estados de Arizona (EEUU) y Sonora (México).
En un episodio extraño que podría haber sido atribuido a la situación de violencia que persistía en México, rápidamente surgieron versiones sobre el rol que los servicios de inteligencia alemanes podrían haber tenido en incitar la crisis.
Ataque en Orleans
Una de las primeras acciones bélicas entre Estados Unidos y Alemania tras la declaración de guerra ocurrió en julio de 1918, y es la única ocasión en toda la guerra en la que el territorio americano fue bombardeado por una potencia extranjera, como recordó la agencia AP.
Tuvo lugar en Orleans Massachusetts, cuando el submarino alemán U-156 emergió a la superficie y atacó grupo de barcazas en la península de Cape Cod, hundiendo a cuatro y a su remolcador. También bombardeó la costa, sin provocar heridos, y se retiró tras ser atacado por dos hidroaviones.
Inmigrantes en las trincheras
Entre finales del siglo XIX y principios del XX el continente americano recibió enormes flujos migratorios provenientes de Europa, especialmente de Italia, Alemania, España, Francia, Rusia y el Reino Unido, entre otros.
Estados Unidos y Canadá, en el norte, y Brasil, Chile y Argentina, en el sur, fueron algunos de los principales destinos, y cuando la guerra estalló en 1914 muchos inmigrantes que habían llegado hacía poco, así como también sus hijos nacidos en América, fueron llamados a servir en lo ejércitos europeos.
En algunos casos el llamado fue voluntario, en otros obligatorio, aunque la enorme distancia y la neutralidad americana aseguraron que, para los residentes de ascendencia europea, calzarse el uniforme fuera una cuestión de convicciones personales.
Muchos, según algunos cálculos varias decenas de miles, lo hicieron y se embarcaron para pelear en una guerra europea que día a día trascendía fronteras y las categorías que fueran lanzadas a las trincheras, junto a los hombres, para intentar definirla.
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