La reina Victoria I de Inglaterra es un mito eterno. Así como su majestuosidad, su imponente presencia y su talante rígido e imperturbable. La frialdad que en ocasiones demostró a lo largo de su vida la convirtieron en imagen y semejanza de toda una era. La era victoriana, marcada por la austeridad y el puritanismo más febril. Fue reina por derecho y sangre, y la coronaron siendo una adolescente. Demasiado joven e inexperta, supo tomar las riendas como el mejor de los experimentados reyes. Vivió un cuento de hadas con su primo, el príncipe azul de esta historia. Y su madre, que no podía faltar, fue la bruja. Gobernó durante sesenta y tres años, y convirtió a Inglaterra en el Imperio más rico y avanzado del momento. He aquí pues su fascinante historia…
Buscando en el baúl de los recuerdos – Victoria del Reino Unido
Empecemos por el principio: la reina Victoria I de Inglaterra nació en el Palacio de Kensington, Londres, a principios del siglo XIX. Con un añito se quedó huérfana de padre y sin abuelo, por lo que su tío fue quien heredó el trono. Su madre, la tiránica y sobreprotectora duquesa de Kent, no la dejaba sola ni un segundo. Diez añitos tenía la pequeña princesita cuando se topó con una inesperada sorpresa. Entre papeles y documentos, encontró el Acta de Sucesión al trono. ¡Imaginad qué sorpresa se llevó al descubrir su nombre tras el de su tío, el rey! Y con paciencia y esmero, le explicaron a la jovencita que algún día sería reina. Lejos de amedrentarse, Victoria de Reino Unido encaró su futuro con valor y optimismo. «Seré una buena reina«, dijo la niña.
El cuento de hadas, con tintes feministas, de la reina Victoria I de Inglaterra
Ocho años después moría el rey, su tío. La joven de dieciocho años fue coronada en 1838. Desde el primer momento, demostró un fuerte carácter y un gran gusto por el poder. De inmediato se quitó de encima a su pesada madre, y se puso manos a la obra con su reino. Así expresaba su entusiasmo la jovencita:
«Ya que la Providencia ha querido colocarme en este puesto, haré todo lo posible para cumplir mi obligación con mi país. Soy muy joven y quizás en muchas cosas me falte experiencia, aunque no en todas; pero estoy segura de que no hay demasiadas personas con la buena voluntad y el firme deseo de hacer las cosas bien que yo tengo».
Alberto, su «príncipe azul»
No pasaría mucho tiempo hasta que el don Juan de turno se cruzara en su camino. Eso sí, de casualidades nada, porque ya estaba acordado el matrimonio. Nada más conocerse, los príncipes se gustaron. Él se llamaba Alberto y era un alemán muy guapo. Además era su primo. La segunda vez que se vieron, nuestra Vicky no se lo pensó dos veces. ¡Le pidió matrimonio! Y él, claro, aceptó con gusto. Se casaron en la Capilla Real del Palacio de St. James, Londres. Como dato curioso, la reina Victoria I de Inglaterra fue quien puso de moda el color blanco para las novias. Ambos estaban totalmente enamorados. Sin embargo, el amor no le hizo perder posición.
Y es que la reina solo fue ella. Alberto siempre fue «el príncipe consorte». Nunca fue rey. Aunque no fue una decisión exclusiva de ella, lo que está claro es que le gustaba reinar. Siempre destacó por un carácter fuerte. Todos sabían que el respeto y el afecto eran la única vía para tratar con la reina. Si es que no querían tener más de un dolor de cabeza, claro está. En cuestiones de gobierno, se dejó guiar por su hábil e inteligente marido. Grande fue el éxito del audaz príncipe como político. Tanto es así que, a mediados del siglo XIX, la gloria y el poder de Inglaterra se encontraban en su momento culminante.
La reina Victoria I de Inglaterra, sin instinto maternal
A los veinte años, estando embarazada, sufrió un atentado. Saliendo ilesa del mismo, dio a luz a una niña a la que puso su nombre. La reina odiaba estar embarazada, pensaba que dar el pecho era asqueroso y creía que los recién nacidos eran feos. Aun así, tuvo ocho hijos más con Alberto. Todo parecía un cuento de hadas, sin embargo, no lo era. La reina transmitió a su descendencia una enfermedad congénita: la hemofilia. Esta enfermedad sólo la transmiten las mujeres pero la padecen los hombres. Su penúltimo hijo, un niño, heredó la enfermedad. Dos de sus cinco hijas transmitieron el gen a su descendencia. Las nietas también lo transmitirían a sus vástagos. Un ejemplo cercano es el príncipe Alfonso de Borbón y Battenberg, hijo de su nieta. Además, la reina sufrió más atentados a lo largo de su vida.
La viuda negra más poderosa de Europa
Con 42 años, la reina Victoria atravesó el peor momento de su vida: en marzo falleció su madre y el catorce de diciembre, su marido. A pesar de su dolor, sacó fuerzas para mantenerse firme. La reina Victoria se refugió en el objetivo de su esposo: trabajar dura e incansablemente. Sin embargo, a pesar de su apariencia fuerte y contenida, el luto se convirtió en su segunda piel. Hasta su muerte vestiría de negro y permanecería fiel a la memoria de su marido. Aunque siempre hubo (y aún los hay) rumores de una relación posterior con uno se sus sirvientes, no hay pruebas de ello.
Su apariencia tranquila, conservadora, fría y autoritaria, no sólo la elevaron a la categoría de mito viviente. Toda una era fue bautizada con su nombre: la era victoriana. Durante dicho período, los países que se encontraban bajo su mando experimentaron cambios. Se sumieron en el puritanismo, los colores oscuros, el recato y los modales anticuados y mesurados. Por otro lado, el poder y la riqueza abundaron en el Imperio. Se sumaron nuevas colonias y Victoria, rango y poderío, fue coronada emperatriz de la India. El desarrollo industrial y su omnipresencia en la política internacional la convirtieron en una leyenda. Además se sentía identificada con la clase media, lo que aumentó su popularidad.
Una buena celestina y una prole fructífera: la abuela de Europa- Hijos de la Reina Victoria de Reino Unido
Como reina madre, supo jugar bien sus cartas. Los nueve hijos de la Reina Victoria de Reino Unido, y sus respectivos descendientes, ocuparon la mayor parte de las Cortes reales e imperiales de Europa. Siendo ya una mujer anciana, vio a su nieta favorita, la bella princesa Alicia, convertirse en zarina de Rusia. Llegó el día en que la reina Victoria I de Inglaterra fue apodada «la abuela de Europa». Alemania, Dinamarca, Rusia, Prusia, Suecia o España fueron algunos los países en los que los descendientes de la gran reina ocuparon el trono.
Sin duda, fue una experta casamentera que, a pesar de su apariencia austera y su defensa de valores puritanos, no tenía un pelo de tonta. Sin ir más lejos, otra de sus nietas fue reina de España. Se trata de Victoria Eugenia de Battenberg, la mujer de Alfonso XIII. De esta forma, nuestro actual rey desciende de ella. Felipe VI es bisnieto de Victoria Eugenia, y tátara-tátara nieto de la reina Victoria I de Inglaterra. Es por eso que la mayoría de los reyes y príncipes actuales están emparentados en mayor o menor grado. La reina falleció recién estrenado el siglo XX, a los 81 años. En su ataúd se incluyeron objetos personales de ella y de su marido.
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