Tal día como hoy, un 8 de mayo, pero de 1945 el régimen nazi de Adolf Hitler caía derrotado tras la rendición de Alemania frente a los aliados firmando el principio del fin de un conflicto bélico que hacía meses estaba haciendo aguas.
La caída de la que fuera primera potencia del Eje fue un solo paso más en la desescalada que conduciría al final definitivo de la Segunda Guerra Mundial el 2 de septiembre de 1945 tras el estallido de las bombas nucleares estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki hacía apenas un mes y que se tradujo en la rendición de Japón a principios de septiembre.
Seis años y un día tardaron las potencias aliadas (Francia, Reino Unido, la URSS y Estados Unidos) en derrotar a Hitler, Mussolini y compañía y en liberar a los millares de personas encarceladas en los campos de trabajo y exterminio puestos en marcha por Berlín.
Cronología del conflicto
Con la invasión de Polonia, en 1939, empezó la Segunda Guerra Mundial. Un conflicto de algo más de un lustro que dejó en Europa entre cincuenta y sesenta millones de muertos, según las estadísticas oficiales, además de todos aquellos que el nazismo asesinó durante su denominada “Solución Final”.
Anchas avenidas de tierra llenas de escombros, cobertizos y carretillas que fueron testigos de uno de los mayores genocidios de la Historia. Cámaras de gas, hornos crematorios y demás herramientas para la matanza que acabaron con la vida de más de 11 millones de personas asesinadas por motivos étnicos, sociales e ideológicos.
Años de batallas por tierra, mar y aire, conferencias y operaciones secretas que comenzaron a precipitar el final en abril de 1945 cuando los aliados abrieron el camino a la entrada en Italia y Alemania Occidental. Un frente que comenzó a caer con la Alemania del este ya invadida por el ejército rojo soviético y que a finales de mes lanzaron su ofensiva sobre Berlín.
El 25 de abril ambos ejércitos confluyeron en el Elba el mismo día que en Roma se labraba la caída de Mussolini, quien planeaba a primera hora de aquella mañana su huida. Más de dos millones de soldados repartidos en 196 divisiones invadieron Berlín con un más que débil ejército nazi incapaz de resistir a estas alturas las ofensivas bélicas del oponente.
Hitler decidió entonces marcar el camino que deberían seguir sus más altos generales y que él mismo patentó desde su búnker en la capital del III Reich: el suicidio. El 30 de abril de 1945 se quitaron la vida Hitler y su esposa Eva Braun. Horas después haría lo propio su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, llevándose por delante también la vida de su esposa y sus seis hijos.
Una semana después, el marino y presidente de Alemania entre abril y mayo de 1945, Karl Dönitz, aceptó la rendición de Alemania ante los aliados. El 7 de mayo se firmó el cierre de un capítulo de la historia. Menos de un año después del día D, de aquel desembarco de las tropas estadounidenses en las nubosas playas de Normandía (Francia) llegó el día más esperado por los aliados, el día de la Victoria.
Con todo y con ello, el conflicto en el frente del Pacífico se alargó hasta casi los años cincuenta. Porque la caída del III Reich en Alemania no supuso el final de la guerra ya que en Asia el imperio japonés aguantó la lucha hasta el 9 de agosto de 1945 cuando Estados Unidos lanzó la segunda bomba atómica sobre la isla, esta vez en la ciudad de Nagasaki tras haber hecho lo mismo apenas tres días antes en Hiroshima.
Un nuevo orden mundial salió de este conflicto con dos bloques bien diferenciados y enfrentados. La división de Europa que se fraguó en Teherán, Yalta, Postdam y Moscú dividió y obligó al mundo a alinearse, o bien con el capitalismo estadounidense, o bien con el comunismo defendido por la URSS.
Alemania quedó rota y sus ciudadanos desangelados en un nuevo país que no se reunificó hasta 1989 cuando cayó el muro de Berlín y millones de europeos volvieron a recuperar la libertad perdida cincuenta años atrás.
En la memoria
Hoy, 8 de mayo de 2020, se cumplen 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Una jornada de conmemoración en una Europa inmersa en una grave crisis sanitaria de la que han derivado numerosas turbulencias económicas que amenazan con traer de nuevo al viejo continente la inestabilidad social y política de siglos pasados.
A lo largo de estas semanas de confinamiento por la crisis del coronavirus los mensajes que se lanzaban desde París primero, pero luego también desde Berlín o Londres es que Europa se enfrenta ahora a su mayor crisis desde, precisamente, la Segunda Guerra Mundial. Europa era un continente diferente en 1940, dividido y unido a partes iguales, pero con la lección aprendida en cuanto a la necesidad para las naciones de construir un proyecto de hermanamiento y unión como en el que trata de convertirse la Unión Europea.
Este 2020 han sido las conmemoraciones más íntimas que públicas en Berlín o París donde la canciller alemana, Angela Merkel, o el presidente de la república francesa, Emmanuel Macron, con apenas público han rendido homenaje a las víctimas de este segundo gran conflicto.
Un día como el de este viernes lleno de homenajes que durante más de 40 años en Berlín se llamó el día de la derrota o capitulación y que ahora es el día de la liberación, pese a las reticencias y debates levantados desde las alas de la extrema derecha.
“Todo empezó con unas elecciones” rezan los muros y calles de Berlín y el cartel que, con motivo del aniversario, cuelga desde la Puerta de Brandenburgo. Un 30 de enero de 1933 el partido nacionalsocialista alemán (NSDAP) de Hitler ganaba las elecciones con más de un 30% del apoyo popular.
Hoy este lema recuerda y alerta que Hitler llegó al poder de la mano de las urnas con un victoria que sembró otra pandemia, 14 años antes, en 1918 bajo el mal nombre de la gripe española y es que aquellas regiones en las que Hitler obtuvo un mayor apoyo fue aquellas en las que se registraron mayores tasas de incidencia de la enfermedad.
El coronavirus ha dejado latente no solo en Europa, también en el mundo entero que los avances no está nunca asegurados y que lo esencial, entendido como básico, hay que blindarlo ya que un microbio invisible al ojo humano como el de la gripe puede llegar a tumbar países y democracias. Hoy, sobre la misma tierra por la que hace 75 años se libraban las batallas más cruentas del siglo XX, estamos frente a otra gran batalla colectiva que ha puesto en jaque al mundo.
Tres cuartos de siglo desde que acabara el horror del exterminio en los campos de concentración nazis y desde que la Sociedad de las Naciones Unidas brindara al mundo una nueva carta de paz sobre la que escribir un nuevo orden libre de guerras.
Este es un recordatorio que hoy más que nunca cobra sentido. Un recordatorio para que ninguna personas sufra nunca más por razones de etnia, nacionalidad, ideas o religión. Un recordatorio de que la unión, como dijo en su día el fabulista griego Esopo, hace la fuerza y con ella salimos hacia delante.
Fuente: www.timejust.es/politica
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