Mesalina ha pasado a la historia como una gran ninfómana y una déspota del poder
Nace en Roma en el año 25 d. C. Fue hija del cónsul Marco Valerio Mesala Barbado Mesalino y de Domicia Lépida. Tuvo un hermano llamado Marco Valerio Mesala Corvino, que fue cónsul, y un hermano menor llamado Fausto Cornelio Sila Félix.
Los miembros de su familia eran los parientes pobres del clan más poderoso del Imperio Romano; la gens Julia. Mesalina no gozaba de una buena condición económica, su hogar estaba en decadencia. Su padre no era un político prominente y su madre era una mujer poco virtuosa, que había derrochado la fortuna familiar.
Mesalina era una mujer bella, tenía el cutis fino, el cabello negro azabache, las caderas sinuosos y redondeadas y poseía una sonrisa muy sugerente que volvía locos a los hombres.
Al no poseer una dote digna de atraer a un hombre de renombre, Mesalina tuvo que conformarse con aceptar a Claudio, que era el tío del entonces emperador Calígula, cuya atención había captado por su juventud y belleza. Claudio era tío de Mesalina y tenía treinta y seis años más que ella.
Claudio ya había tenido dos matrimonio y dos divorcios y se mostraba ya escéptico de volverse a casar. Sin embargo, éste sería su tercer matrimonio, y esta vez, con una mujer mucho más joven, con tan sólo dieciséis años, y además de su propia familia. Mesalina decía amarlo y esto bastó para que Claudio, reconsiderara su posición respecto al matrimonio.
En la conocidísima obra titulada “Yo, Claudio” de Robert Graves, así describía a su esposa Mesalina: “Mesalina era una muchacha hermosísima, esbelta y de veloces movimientos, de ojos tan negros como el azabache y masas de rizados cabellos negros. Apenas pronunciaba una palabra, y tenía una sonrisa misteriosa que casi me enloqueció de amor por ella. Se alegró tanto de escapar de las manos de Calígula, y se dio cuenta con tanta rapidez de las ventajas que le reportaría el casamiento conmigo, que se comportó de un modo que me
hizo sentirme seguro de que me amaba tanto como yo a ella. Esa era prácticamente la primera vez que me enamoraba de alguien desde la juventud, y cuando un cincuentón no muy inteligente y no muy atrayente se enamora de una muy atrayente y muy inteligente muchacha de 15 años, por lo general tiene muy malas perspectivas”.
El senador Claudio era un hombre rico, viejo, desgarbado, enfermizo, cojo y tartamudo. Su propia madre consideraba a su hijo como “un aborto que la naturaleza había dejado inconcluso”.
Tenía la fama de ser idiota pero era el tío del emperador Calígula. Por todo ello, era el candidato perfecto para ser un títere bajo los caprichos de la joven. Sin embargo, muchos pensaban que era idiota, pero en realidad era un hombre culto y un buen historiador. Era brillante cuando alguna vez había ejercido de juez.
El matrimonio se realizó en el inicio del año 40 d.C. El matrimonio de Claudio y Mesalina estuvo rodeado de grandes ceremonias y festejos. Enseguida Mesalina descubrió el feo cuerpo de Claudio, su prominente cabeza calva y su enorme barriga. Al principio de dicho matrimonio Mesalina llevaba una vida plácida y tranquila como esposa de un senador romano. Fruto de este matrimonio fue una hija, Octavia que será la futura esposa del emperador Nerón y el segundo hijo del matrimonio será Británico.
Mesalina fue descrita como una mujer despiadada y ambiciosa y desarrollo una gran influencia sobre el emperador Claudio, que favoreció a determinados personajes romanos con puestos de gobierno a cambio de fidelidad total.
Fue en el año 41 d.C., cuando se produce el asesinato del Emperador Calígula de su esposa y de la hija de ambos a manos de la guardia pretoriana. Claudio era el único familiar directo de Calígula y en consecuencia aspirante al trono de Roma. Cuando se produce el asesinato de Calígula, Claudio se esconde temiendo por su vida, convencido estaba de que el Senado no le va a permitir ser emperador y eso significaba en aquellos momentos históricos en Roma su muerte.
Sin embargo, el ejército apoya a Claudio y esto le hacer ser nombrado inmediatamente Emperador de Roma y en consecuencia Mesalina su esposa en emperatriz. Mesalina pasó de ser la esposa de un senador romano a ser la esposa del Emperador de Roma con un poder ilimitado.
Cuando Claudio llega al poder, los romanos se alegraron del nuevo Cesar, después de los excesos de Calígula. Pronto se dieron cuenta del poder que ejercía Mesalina sobre el emperador. Influía para que los cargos más importantes de Roma fueran para personas que tuvieran lealtad a Mesalina.
Claudio buscó su gloria como anteriormente lo habían hecho Augusto y Tiberio, para lo cual se planea la conquista de Britannia de forma definitiva. Dirigió con gran sabiduría las legiones romanas que conquistaron Britannia y su labor de gobierno debe ser clasificada como muy positiva
Una vez Claudio fue nombrado emperador de Roma, como vemos, los deseos de la emperatriz se hacían irrechazables y dio rienda suelta a su lujuria, manteniendo relaciones con soldados, gladiadores, nobles y todo aquel que fuera de su apetencia.
El poeta Décimo Junio Juvenal escribiría en sus Sátiras: “Tan pronto como creía que su marido estaba dormido esta prostituta imperial vestía la capa que llevaba por la noche y salía de la casa acompañada de una esclava, puesto que prefería un lecho barato a la cama real. Disimulaba su cabello negro con una peluca rubia y se dirigía al lupanar de tapicerías gastadas, donde tenía reservada una cámara. Entonces tomaba su puesto, desnuda y con sus pezones dorados, atendiendo al nombre de Lyscisca …”
Entre sus amantes cabe destacar el criado Narciso, que lo fue solamente una noche, pero Mesalina acabó burlándose de su escasa capacidad sexual, lo que provocara un odio sin fin del criado hacia Mesalina, que tendría posterior repercusión en un futuro como veremos.
También mantuvo contactos sexuales con Lucio Vitelio pero no tuvo una relación satisfactoria, dada la excesiva humillación y adoración que mostraba ante la emperatriz, hizo que la relación se acabará. Lucio Vitelio mostraba constantemente una sandalia usada por Mesalina, llevándola colgada continuamente de su cuello.
Palas fue otro de sus amantes y esto fue debido al fuerte interés de Mesalina, debido a que era el administrador de las arcas del Imperio, y se había hecho rico con el saqueo de la hacienda romana. Como vemos, Mesalina también usaba el sexo para enriquecerse.
Otros amantes que tuvo fue el jefe de los gladiadores de Roma que destacaba por su fuerza corporal. El sobrino de Claudio Vinicio. Sabino que se distinguía por su hermosa cabellera y sus olores debido a perfumes.
Junto a ellos también encontramos a otros hombres desconocidos que eran seleccionados por la emperatriz, porque le gustaba el color de sus ojos, por sus manos calientes, por ser muy velludos o por otros aspectos corporales que le llamaran la atención.
Dentro de sus amantes debemos destacar a Tito, joven bello de tan solo quince años y de gran vigor sexual, con el que tuvo una tórrida relación, pero que se propagó por toda Roma provocando un gran escándalo. Tito lucía de su relación con Mesalina y ante el escándalo levantado, la emperatriz decidió acabar con dicha relación y con la ayuda de su amiga Locusta lo enveneno.
Para entender el nivel de ninfomanía que tenía Mesalina se cuenta que, después de haber trabajado de meretriz en el barrio de Suburra, volvía a medianoche al palacio y al entrar al palacio saluda al soldado de guardia preguntándole si sabía quién era. El pretoriano contestó que por su vestimenta una prostituta del burdel.
Mesalina dijo que sí era una prostituta y le preguntó ¿Cuánto dinero llevas soldado? Le respondió, que solamente dos óbolos y Mesalina dijo que era suficiente y mantuvo con él una relación dentro de la garita de guardia.
Hay historiadores que narran sus aventuras en los prostíbulos de Suburra y no dudaba en recorrer las oscuras calles buscando a sus posibles acompañantes nocturnos.
Suetonio dijo de Mesalina que le gustaba el masoquismo puesto que se hacía azotar y le gustaba el sexo duro y decía “tasaba cada golpeo cabalgata haciéndose pagar, hasta el último sestercio, como un comisario que va tras los deudores”. El propio Suetonio indica que practicó sexo con mil hombres de la guardia pretoriana y tuvo varios abortos.
Mesalina era toda una caja de sorpresas, pues le gustaba especialmente practicar sexo. Decían que “tenía fuego en el cuerpo”. Era ninfómana y sus infidelidades a Claudio no se hicieron esperar. Ya en la noche de bodas, mientras su esposo dormía, ella encontró consuelo, y sexo, con un esclavo que estaba cuidando el jardín.
Con el transcurrir del tiempo y como su sexualidad no quedaba satisfecha decidió visitar el lupanar más conocido de Roma situado en el barrio de de Suburra. Su nombre de prostituta era Lycisca. Cada noche abandonaba el palacio, se ponía previamente una peluca y los senos cubiertos por panes de oro, iba al lupanar y ahí recibía a los clientes no importándole como eran físicamente.
Ejerció la prostitución e incluso retó a la prostituta más famosa de Roma, Escila, para ver quien se acostaba con más hombres en una noche. Claudio estaba entonces en la campaña de Britania
La prueba consistía en una competición para ver quién lograba satisfacer a más hombres en un solo día. En la historia queda escrito que mientras que la profesional tuvo 25 servicios, la emperatriz ofreció en total 200, aunque ese número sea exagerado por los enemigos de Mesalina.
Al llegar al número veinticinco Escila dejó la competición. Se cuanta que Mesalina prosiguió toda la noche, pues estaba “cansada pero no satisfecha”. Según se dice, aun después de haber atendido a 70 hombres no se sentía satisfecha, increíble. Cuando Mesalina pidió a Escila que regresara, ésta se retiró diciendo: “Esta infeliz tiene las entrañas de acero”.
Los distintos historiadores de la época no se ponen de acuerdo sobre si Mesalina fue una prostituta de forma continuada como defienden Tácito, Josefo o Juvenal mientras que Dion defiende que su prostitución era ocasional.
Mesalina quería competir con lo que había hecho Cleopatra, a la cual ella idolatraba Durante su cautiverio en Roma, Cleopatra visitaba frecuente también el barrio de Suburra, y Mesalina quería superarla
En la época imperial, la mujer romana disfrutaba de una cómoda libertad, tanto a nivel de propiedad como de movimiento. Fue una época de complacencia y se deja atrás la imagen de las matronas romanas, tan importantes y alabadas durante la época republicana. En aquellos momentos históricos había facilidad para divorciarse de la mujer. No era de extrañar, que la infidelidad estuviera al día en aquella sociedad tan depravada.
La ambición de Mesalina no tenía límite y ello la llevó a codiciar a todos los hombres. Hizo que su marido trajera desde Hispania al que fuera su amor platónico de adolescencia, el cónsul Cayo Apio Silano y tras muchas insinuaciones de la emperatriz nunca quiso tener una relación con ella.
Una vez convertida en emperatriz, Mesalina convenció a su devoto esposo de hacerlo regresar a Roma desde Hispania, donde se encontraba relegado por sus opiniones políticas sobre Calígula.
Para tenerlo más cerca aun, Mesalina persuadió a Claudio de casar a Silano con Domicia, la propia madre de la emperatriz. Aun así, su flamante padrastro no cedió. Mesalina acusó a Cayo Apio Silano de querer matar al emperador y tramó una conspiración, que terminó en el año 42 con Silano siendo ejecutado por traición.
La muerte de Apio Silano cayó mal al Senado que no entendió que un hombre valiente y leal muriera asesinado por Claudio. Las intrigas de Mesalina empezaron a estar en boca de todos.
Otros personajes que también sufrieron su ambición y depravación fueron: el senador Vinicio, que tras enviudar de su esposa Julia por culpa de los celos de Mesalina, fue envenenado.
Mesalina deseaba igualmente al actor Mnéster, pero éste amaba a Popea Sabina la Mayor. Mesalina también envidiaba los magníficos jardines de Lúculo, propiedad de Décimo Valerio Asiático.
Valerio Asiático un guerrero que volvió a Roma victorioso de las campañas contra los germanos. Este había adquirido unos jardines, propiedad de Lúculo, que convirtió en los más hermosos de Roma y Mesalina se encaprichó de ellos, pero Valerio se mostró indiferente a la emperatriz y también se negó a cederle los jardines.
El anciano cónsul Valerio Asiático había sido su amante, pero lo acusó ante el emperador Claudio de traición. También acusó falsamente a Popea de ser amante de Asiático. Esta infamia provocaría como vemos el suicidio de los dos infelices tanto de Valerio como de Popea y conseguir de esta manera con los jardines de Lúculo. Mesalina convirtió aquellos jardines en el lugar donde se celebraban las fiestas más depravadas y concurridas de la ciudad.
Tampoco sus “competidoras” se libraban de su influencia. Julia, la sobrina de su marido Claudio fue asesinada por los celos que le tenía. Popea, quien era su rival ante el amor del actor Mnester, como acabamos de ver fue acusada de adúltera y de mantener relaciones con el senador Décimo Valerio Asiático y como hemos visto obligada a suicidarse.
Fue en el año 48 d.C. cuando Mesalina se enamoró perdidamente del Cónsul Cayo Silio, quien era considerado uno de los hombres más apuestos del Imperio. Hizo que se divorciara de su esposa y no tuvo mejor idea que casarse con él. Estando Claudio en la isla de Ostia, Mesalina aprovechó para casarse con su amante.
La pareja organizó un grandioso banquete nupcial e invitó a cónsules, senadores e importantes miembros de la sociedad romana. Los fastos duraron todo un día. Pero mientras Mesalina estaba ocupada en celebrar sus nupcias, el liberto Narciso informó a Claudio de las acciones de su esposa y de su propósito, repudiarlo y acabar con él.
Se tramó una conjuración en contra del emperador, al cual esperaba derrocar para poner en su lugar a su nuevo esposo. Avisado por su liberto Narciso, Claudio descubrió la bigamia de su esposa y la trama que urdía contra él, por lo que hubo de condenarlos a ella que entonces tenía veintitrés años y a Silio a que se suicidasen.
Por una vez, Claudio no estuvo por la labor de ignorar o no ver las acciones de su imperial esposa, y dejó Ostia para dirigirse a Roma, y solucionar esta rocambolesca historia. Una vez allí, hizo matar al novio y tras emborracharse, hizo que llevaran a su mujer ante su presencia.
Mesalina ante la pena de muerte impuesta por su marido intento convencer al criado Narciso para que no se ejecutara la sentencia. Sin embargo, Narciso la hizo ejecutar y fue realizada en los jardines de Lúculo por medio de un centurión. Mesalina moriría a los 23 años tras una vida llena de excesos.
Claudio nunca tuvo plena consciencia de los quehaceres de su esposa, y como era un desmemoriado, Mesalina le hacía creer que él había sido quién había dado todas esas órdenes, firmándolas él mismo. De hecho, el día que firmó la sentencia de muerte de su propia esposa no se acordaba de ello, y se enteró de su muerte porque le extrañó que no bajara a cenar con él por la noche.
Claudio, debido a la humillación que había sufrido, tras la muerte de Mesalina decretó que el nombre y efigies de la que había sido su esposa fuesen retirados de todos los lugares públicos y privados en los que se le hacía alusión, por el alto rango que había ostentado.
Incluso ordenó a su guardia pretoriana que lo matara si se volvía a casar, promesa que no cumplió, ya que contrajo matrimonio con su sobrina Agripina la Menor, siendo éste su último matrimonio. Aquella conspiró en contra de los hijos de Mesalina; puso en duda la paternidad de Británico, siendo éste desheredado en favor de Nerón, el hijo de Agripina, quien después de la muerte de Claudio lo sucedería como emperador.
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