Se conoce como Guerra de las Galias al conflicto militar librado entre el procónsul romano Julio César y las tribus galas entre los años 58 y 51 a.C. Éstas no eran un puñado de bárbaros, muy al contrario se trataba de tribus civilizadas con gran influencia de Roma, la mayoría de las cuales había abandonado el sistema monárquico por sistemas parecidos a la república romana. No obstante estaban muy divididas y en continuo conflicto unas con otras.
Así, cuando en el año 52 a.C. el jefe averno Vercingetórix unió a todas las tribus galas contra César, solo una se resistió inicialmente a sumarse a la rebelión, aunque luego lo hizo brevemente. El motivo de tal reticencia es que esa tribu había sido proclamada hacía tiempo hermana de la República romana y como tal era firme y fiel aliada de Roma. Se trataba de los Heduos.
No solo eso, Julio César los consideraba hermanos de sangre de los romanos y, posteriormente, el emperador Claudio les concedería la ciudadanía romana en 48 d.C.
Después de pronunciar este discurso, despidió a la asamblea; y, además de esas declaraciones, muchas circunstancias le indujeron a pensar que este asunto debía ser considerado y retomado por él; especialmente cuando vio que los heduos, designados (como habían sido) repetidamente como «hermanos» y «parientes» del senado, estaban sometidos a la esclavitud y al dominio de los germanos Julio César, Comentarios a la Guerra de las Galias I-33
¿Quiénes eran los Heduos y por qué tenían esa relación privilegiada con Roma?
Se trataba de una confederación de pueblos asentados en el valle del río Saona y con capital en la ciudad de Bibracte, en el Monte Beuvray. Rivalizaban con la confederación vecina de los Arvernos, hecho que Roma aprovechó para controlar la Galia estableciendo una alianza con los Heduos, a los que apoyó en su guerra contra aquellos en 121 a.C.
Los Heduos tenían un sistema político basado en un senado que reunía a las familias aristocráticas, al igual que la República Romana, con la limitación de que solo un miembro por familia podía pertenecer a él.
Por Hermolaus, gramático que escribió en Constantinopla en el siglo VI, en época de Justiniano, un epítome de la Ethnica de Esteban de Bizancio (que a su vez recogía obras de autores griegos más antiguos) sabemos que antes del año 138 a.C. ya se había concretado la alianza entre Roma y los Heduos.
Esta alianza se basaba, sorprendentemente, en el origen común de ambos pueblos, descendientes de los troyanos a través de Eneas (en el caso romano) y de otros refugiados troyanos en el caso de los Heduos. Por ese ascendente común, sin fundamento, el Senado romano declaró a los Heduos hermanos de sangre.
Los Arvernos, que también reclamaban esa consideración, fueron ignorados por Roma, y las verdaderas razones de tal alianza han sido motivo de especulación durante mucho tiempo por los historiadores. Una hipótesis es que a Roma le interesaba la alianza con los Heduos porque los ríos que surcaban su territorio eran una de las principales vías utilizadas por los comerciantes romanos en la Galia. Según el historiador Camille Jullian:
los productos romanos subían por el Ródano (las vías fluviales eran las más rápidas de la época) y luego tomaban los ríos Arar, Loire o Allier, que pasaban por el territorio Heduo antes de unirse a las cuencas del Loira y del Sena. Los Heduos estaban situados en una importante encrucijada comercial entre el mundo celta y Roma, sobre todo porque Bibracte domina el valle del Loira al oeste y el valle del Saona al este. De este modo, permitieron la difusión de los productos romanos por toda la Galia ya en el siglo I a.C., permitiendo a sus aliados de la confederación beneficiarse de su comercio con Roma y, sin duda, con colonias griegas como Massilia. Prueba de ello son las grandes cantidades de ánforas y cerámicas procedentes de Italia que se encuentran en los vertederos y en los pavimentos de las casas Camille Jullian, Histoire de la Gaule
Al mismo tiempo, a los Heduos les interesaba contar con el poder y el prestigio de Roma de su lado, para competir con sus pueblos vecinos.
Como decíamos antes, la primera vez que la alianza se hizo efectiva fue en el año 121 a.C. cuando Roma ayudó a los Heduos a derrotar a los Arvernos y sus aliados:
La primera nación transalpina en sentir la fuerza de nuestras armas fueron los Salies, cuyas incursiones obligaron a la ciudad de Marsella, nuestro más fiel amigo y aliado, a quejarse ante nosotros. Entonces sometimos a los Alóbroges y a los Arvernos, contra los que los Heduos se quejaban de forma similar, y pidieron nuestra ayuda y socorro. Tuvimos como testigos de nuestras victorias, tanto el Var como el Isère, el Sorgue y el Ródano, el más rápido de los ríos. Los bárbaros experimentaron el mayor terror al ver elefantes, dignos de competir con estas naciones feroces. Nada en el triunfo era tan notable como el rey Bituito, cubierto con armas de varios colores y montado en un carro de plata, como él había luchado. Lucio Anneo Floro, Epitome de la historia de Tito Livio I-XXXVII
Los Heduos jugaron un extraño papel doble en el levantamiento de las tribus galas de 52 d.C. Por un lado reconocieron a Vercingetórix como rey de los galos, pero por el otro permanecieron fieles a Julio César, en una especie de doble juego que posiblemente buscaba mantener su estatus especial. Así, tras la derrota de Vercingetórix en Alesia, volvieron al lado de César.
Tácito afirma que los primeros senadores de la Galia Comata fueron heduos:
a causa de una antigua alianza y porque sólo ellos entre los galos poseen el nombre de hermandad con el pueblo romano Tácito, Anales 11.25
Y Plutarco también se hace eco de esa tradicional hermandad:
Mas ahora César, cuyo ingenio era sacar partido de todos los accidentes para la guerra, y sobre todo aprovechar la ocasión en el momento mismo de serle la rebelión anunciada, levantó el campo, volvió por el mismo camino que había traído, y con la fuerza y la celeridad de su marcha, a pesar de los indicados obstáculos, demostró a los bárbaros ser infatigable e invencible el ejército que los perseguía; pues cuando creían que en mucho tiempo no pudiera llegarle ni mensajero ni correo, le vieron ya sobre sí con todo el ejército, talando sus tierras, apoderándose de sus puestos, asolando sus ciudades y volviendo a su amistad a los que habían hecho mudanza; hasta que también entró en la guerra contra él la nación de los Heduos, que, habiéndose apellidado en todo el tiempo anterior hermanos de los Romanos, entonces se habían unido con los rebeldes, siendo motivo de no pequeño desaliento para el ejército de César Plutarco, Vidas paralelas: Julio César 26
Augusto desmanteló su capital original, Bibracte, reubicándolos en una nueva ciudad a la que dio un nombre mitad romano y mitad galo: Augustodunum (la actual Autun). No sería hasta finales del siglo XIX que Bibracte sería redescubierta gracias, en parte, al interés personal del emperador Napoleón III.
Claudio otorgó a los heduos el derecho de ser senadores en Roma. Y según Andrew C.Johnston en su obra The Sons of Remus, incluso en la Antigüedad tardía, la memoria de su conexión esencial con Roma a través de un origen troyano compartido, jugó un papel importante en la conformación de la identidad común de los heduos.
Fuente: labrujulaverde
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