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  • Foto del escritorAndrés Cifuentes

La masacre del 11-M

El terrorismo yihadista sembró el pánico el 11 de marzo de 2004 en Madrid cuando tuvo lugar un terrible atentado en cuatro trenes de cercanías de la capital española. El ataque se saldó con 191 muertos.


El 11 de marzo de 2004, a solo tres días de unas elecciones generales, España vivió el peor atentado de su historia con 191 muertos y más de 1800 heridos. Estos hechos se convirtieron en el segundo ataque terrorista más grave de la historia de Europa, solo superado por el atentado de Lockerbie (Escocia) en 1988 con 270 muertos.


Una célula islamista colocó a primera hora 13 artefactos explosivos en cuatro trenes de cercanías de Madrid. Siete yihadistas se habían organizado para la colocación en mochilas o bolsas cargadas los explosivos temporizados para que explosionaran simultáneamente, solo les fallaron tres. Dos de los tres artefactos que no estallaron se detonaron de forma controlada en la estación de Atocha y de El Pozo.


La tercera bomba, procedente también de este último punto, fue encontrada en la madrugada del 12 de marzo en la comisaría de Vallecas y desactivada en un parque cercano.


La mochila de Vallecas fue clave para determinar qué tipo de explosivo usaron los terroristas

Estallaron diez de las bombas en la estación de Atocha, frente a la calle Téllez, El Pozo y Santa Eugenia entre las 7:37 y las 7:40 horas. Siete de los terroristas que pusieron las bombas se inmolaron semanas después, el 3 de abril, en un piso de Leganés, matando a un GEO, la víctima 192 del 11-M.


El 11 de marzo de 2004, Madrid movilizó sus equipos de emergencia; se improvisaron hospitales de campaña para atender a víctimas y heridos en plena calle; RENFE suspendió el tráfico en todas las líneas con origen o destino a Madrid; también se cortaron algunas líneas de metro.


Se activó la llamada Operación Jaula. El centro y los accesos y salidas de la capital estuvieron durante horas colapsados. Los hospitales pusieron en marcha el Plan de Emergencia ante catástrofes, mientras la impotencia, la tristeza y la solidaridad emanaban de las colas de ciudadanos que acudían masivamente a donar sangre.


El aire se hizo irrespirable en los pabellones de Ifema, donde se fueron trasladando los cuerpos sin vida de las víctimas para ser identificados por sus familiares. Imposible digerir tanta tragedia. El viernes 12 de marzo, la sociedad española se echó a la calle para protagonizar las mayores manifestaciones de la historia de la democracia. Casi 12 millones de ciudadanos protestaron en todas las ciudades de España contra la barbarie. El 11-M quedó grabado en la memoria del pueblo español como una dolorosa mancha negra difícil de superar.


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