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  • Foto del escritorAndrés Cifuentes

La expresionista Casa de la Ópera de Sidney

Actualizado: 10 feb 2021

Declarado en 2007 Patrimonio de la Humanidad, el Opera House de Sidney es uno de los edificios más famosos y emblemáticos del siglo XX.


Diseñado por el arquitecto danés Jorn Utzon en 1957, la Casa de la Ópera de Sidney fue inaugurada el 20 de octubre de 1973, con presencia de la reina Isabel II del Reino Unido.

Para sacar adelante el proyecto, el gobierno de Nueva Gales del Sur convocó en 1955 un concurso arquitectónico internacional al que se presentaron 233 diseños.


Después de una compleja selección de las propuestas el premio recayó en un imaginativo arquitecto danés, John Utzon, de 38 años.


Pero lo que en un principio debió tardar tres años en realizarse se alargó hasta 26 años, pasando a convertirse en un cúmulo de pesadillas causadas tanto por las dificultades constructivas a la hora de llevar a la práctica el diseño, como por el desorbitado incremento del presupuesto inicial.


Un cruce de acusaciones y un público enfrentamiento entre Utzon y las autoridades estatales desembocó en la renuncia del arquitecto danés, dejando la construcción inacabada y saliendo del país para no regresar ni siquiera cuando fue invitado a la inauguración.


Después del escándalo producido, un consorcio de cuatro arquitectos australianos asumieron la conclusión de la obra de Utzon rediseñando gran parte del interior del teatro.

La enorme inversión efectuada en el edificio ha seguido pagándose por los australianos hasta hace poco mediante la emisión de una lotería especial destinada a este fin.

En el edificio se realizan obras de teatro, ballet, ópera o producciones musicales. Es sede de la compañía Ópera Australia, la Compañía de Teatro de Sidney y la Orquesta Sinfónica de Sidney.


La Casa de la Ópera de Sidney contiene cinco teatros, cinco estudios de ensayos, dos salas principales, cuatro restaurantes, seis bares y numerosas tiendas de recuerdos.

Hoy, la acústica de su sala de conciertos está considerada como una de las tres mejores del mundo. Y no sólo los habitantes de Sidney, sino todos los australianos, ven en este gigantesco edificio, mitad armadillo, mitad tortuga, el símbolo de un país en el que la imaginación es uno de los valores más cotizados.


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