Desde el momento en que Casanova perdió su virginidad en un ménage à trois con dos jóvenes mujeres de la nobleza veneciana, comenzó una vida llena de aventuras sexuales. Soldado, espía, diplomático, escritor, aventurero, y recordado principalmente por su autobiografía, que estableció su reputación como el héroe erótico más famoso.
Las Memorias de Casanova es un relato fascinante, en el que narra sus aventuras con 122 mujeres – de acuerdo a su propias cuentas -, pero también nos ofrece un retrato íntimo de las costumbres y la vida en el siglo XVIII. No solo fue un mujeriego, sino que emprendió innumerables proyectos, empleos, iniciativas…, e incluso fue llevado a los tribunales de media Europa y contratado por Luis XV para hacer de espía. Una vida singular.
Giacomo Casanova nació en Venecia en 1725. En su infancia sufrió de hemorragias nasales, y sus padres pensaron que no iba a vivir mucho tiempo. Ya en su pubertad, de cuando en cuando le daba por vestirse de mujer. Según nos cuenta su autobiografía, aprendió a leer en menos de un mes. Estudió en la Universidad de Padua y en el seminario de San Cipriano de donde fue expulsado por conducta escandalosa.… Los asuntos del amor le hicieron desistir de convertirse en sacerdote, y es que seguro que para él no estaba hecho eso del celibato.
Contrajo una enfermedad venérea en la adolescencia y posteriormente la sífilis y la gonorrea, cosa normal si atendemos a su promiscuidad. Aunque su vida sexual fue muy animada, no le gustaba participar en las orgías, que eran populares entre la alta sociedad. Ya en 1750 había trabajado como un clérigo, secretario, soldado, y violinista en varios países.
Perseguido por la Inquisición, Casanova tenía que viajar de pueblo en pueblo, de país en país (Venecia, París, Dresde, Praga Viena, Londres, España….). Fue detenido por sus manuscritos y libros en los que relataba posturas sexuales impropias para la época ???. Nuestro amigo Casanova llegó a ser denunciado como mago y fue condenado a cinco años en una cárcel en el Palacio de los Dogos, aunque logró escapar y regresó a París, donde su huida le convirtió en una celebridad.
Al igual que Dostoievski más tarde, Casanova también fue un jugador y, en 1757, se dio de lleno a la lotería, lo que lo convirtió en millonario. Durante sus años en el exilio llegó a entrar en primobolan depot contacto con personalidades como Luis XV (¿verdad Madame Minuet?), Ruosseau y Madame Pompadour.
Entre 1774 y 1782, de nuevo trabajó como espía para los inquisidores de Venecia. Conoció a Mozart en Praga, y asistió a la primera representación de la ópera Don Giovanni. Otra novela le envió a un segundo exilio, y es que este hombre supongo que debía de tener las maletas siempre preparadas por si acaso.
Durante sus últimos años, un Casanova ya sin dientes y envejecido, se concentró en sus memorias «para no volverse loco o morir de pena» hasta que falleció en 1798. A pesar de que afirmaba que buscaba encontrar a una mujer tanto física como mentalmente adecuada para él y vivir una plácida vida, no dudaba en mantener relaciones sexuales con cualquier prostituta o incluso desconocidas.
¿Cómo tuvo Casanova tanto éxito para seducir a las mujeres más hermosas de Europa?
Pues tenía el raro don para un hombre de la época de dirigirse a ellas como si fueran sus iguales. En una época en que los hombres tomaban lo que querían, Casanova sabía cómo preguntar primero. Asimismo, se prestaba al placer de la mujer, relegando a un segundo plano el egoísmo en ocasiones de los hombres en este aspecto.
Ha pasado a la historia por haberse construido un personaje indudablemente amable, simpático, inteligente, vigoroso, sagaz, curioso por la ciencia de su tiempo, de ideas perfectamente modernas, con una energía sobrehumana para resolver problemas prácticos, en fin, un galán absoluto. Aunque también un sinvergüenza, un estafador, un timador, un mentiroso, un vanidoso, un aprovechado.
«Voy a comenzar con esta confesión: todo lo que he hecho en el curso de mi vida, ya sea bueno o malo, lo he hecho a mi voluntad, soy un agente libre…» «El matrimonio es la tumba del amor…»
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