A principios del verano de 55 a.C. hacía ya tres años que Julio César había comenzado su conquista de la Galia. En aquel momento la frontera oriental de las nuevas provincias se situaba en el Rin. Las tribus germánicas del lado este del río lanzaban incursiones al oeste amparándose en la protección que les brindaba esa frontera natural.
Pero al otro lado del río había también tribus aliadas de Roma, como los Ubios. Estos ofrecieron a César barcos para que las legiones cruzasen el río y atacasen a las tribus germánicas.
Los Ubios, también, que de todas las naciones situadas más allá del Rin, habían enviado embajadores a César y formado una alianza y dado rehenes, suplicaron encarecidamente «que les trajera ayuda, porque estaban gravemente oprimidos por los suevos; o, si se lo impedían otros asuntos, que al menos transportara su ejército por el Rin»; que eso sería suficiente para su ayuda actual y su esperanza para el futuro; (…) Prometieron un gran número de naves para transportar al ejército. Julio César, Comentarios a la Guerra de las Galias IV.16
Sin embargo César rechazó la oferta y decidió, en su lugar, construir un puente. Con ello demostraría, no solo su apoyo a los aliados Ubios, sino también la capacidad de Roma para llevar la guerra cuando lo desease al otro lado de la frontera. Además, según él mismo escribió, de que consideraba inseguros los barcos, esto era más coherente con su propia dignidad y la del pueblo romano.
César, por las razones que he mencionado, había resuelto cruzar el Rin; pero no cruzarlo en barcos que no consideraba suficientemente seguros, ni consideraba coherentes con su propia dignidad o la del pueblo romano. Por lo tanto, aunque se le presentó la mayor dificultad para formar un puente, debido a la amplitud, rapidez y profundidad del río, consideró que debía intentarlo él mismo, o que su ejército no debía ser conducido de otra manera Julio César, Comentarios a la Guerra de las Galias IV.17
La construcción se realizó entre las actuales Andernach y Neuwied, río abajo de Coblenza, una zona donde la profundidad del río sería de hasta 9 metros. En ambas orillas se levantaron torres de vigilancia para proteger las entradas, y río arriba se colocaron pilotes y barreras como medida de protección contra ataques y restos arrastrados por la corriente.
Los 40.000 soldados de César levantaron el puente en tan solo 10 días sobre dobles pilotes de madera que se clavaban en el lecho fluvial dejando caer sobre ellos una enorme y pesada piedra a modo de maza. El sistema de construcción aseguraba que, cuanto mayor fuese la corriente, más unidas se mantenían las partes del puente.
Trababa entre sí con separación de dos pies dos maderos gruesos pie y medio, puntiagudos en la parte inferior, y largos cuanto era hondo el río; metidos éstos y encajados con ingenios dentro del río, hincábanlos con mazas, no perpendicularmente a manera de postes, sino inclinados y tendidos hacia la corriente del río. Luego más abajo, a distancia de cuarenta pies, fijaba enfrente de los primeros otros dos trabados del mismo modo y asestados contra la fuerza y la corriente del río. Ambos, además, se mantenían firmemente separados por vigas de dos pies de grosor (el espacio que ocupaba la unión de los pilotes), colocados en sus extremos entre dos abrazaderas a cada lado, y en consecuencia de que éstos estaban en direcciones diferentes y fijados en lados opuestos el uno al otro, tan grande era la fuerza de la obra, y tal la disposición de los materiales, que en la proporción en que la mayor masa de agua se precipitaba contra el puente, tanto más cerca se mantenían sus partes unidas. Julio César, Comentarios a la Guerra de las Galias IV.17
No se sabe quien fue el ingeniero responsable de esta nueva técnica de construcción de puentes, que nunca antes se había utilizado. Cicerón sugiere en una carta que su nombre era Mumarra, aunque no hay que descartar la posibilidad de que fuera Marco Vitruvio Polión (el arquitecto autor de los famosos Diez libros de arquitectura), que se encontraba con César. Se calcula que la longitud de este puente pudo ser de entre 140 y 400 metros, y su anchura de entre 7 y 9 metros.
Una vez estuvo finalizado, César cruzó con sus tropas a la otra orilla, donde le esperaban los Ubios. Entonces se enteró de que las tribus de los Sicambrios y los Suevos se habían replegado hacia el Este, en previsión de su llegada. No pudiendo presentar batalla y tras destruir algunos poblados, César decidió dar media vuelta, volver a cruzar el puente y derribarlo a sus espaldas. Había durado 18 días.
Dos años más tarde se repitió la historia. Cerca del lugar donde había estado el primer puente y a unos 2 kilómetros al norte (posiblemente junto a la actual Urmitz), César construyó un segundo, aunque esta vez no se extendió en los detalles.
Habiendo decidido sobre estos asuntos, comenzó a construir un puente un poco más arriba del lugar donde antes había transportado su ejército. Conocido y establecido el plan, el trabajo se realiza en pocos días por el gran esfuerzo de los soldados. Habiendo dejado una fuerte guardia en el puente del lado de los Tréveros, para que no se produjera ninguna conmoción entre ellos, dirige al resto de las fuerzas y a la caballería. Julio César, Comentarios a la Guerra de las Galias VI.9
Como la vez anterior, los Suevos, viendo lo que se les venía encima, volvieron a retirarse hacia el Este abandonando sus poblados y ocultándose en los bosques. César regresó a la Galia y volvió a destruir el puente. Solo que en esta ocasión solo derribó el extremo que tocaba la orilla oriental, levantando torres de defensa para proteger el resto del puente.
Para no liberar del todo a los bárbaros del temor a su regreso, y para retrasar a sus guerreros, habiendo hecho retroceder a su ejército, rompe, a lo largo de 200 pies, el extremo más alejado del puente, que le unía con la orilla de los Ubios, y en el extremo del puente levanta torres de cuatro pisos, y coloca una guardia de doce cohortes con el propósito de defender el puente, y refuerza el lugar con considerables fortificaciones. Julio César, Comentarios a la Guerra de las Galias VI.29
La estrategia de César produjo el efecto deseado. Demostró el poder de Roma y su capacidad de cruzar el Rin a voluntad en cualquier momento. Así Julio César aseguró las fronteras de la Galia y, durante varios siglos los germanos se abstuvieron de cruzarlas.
Igualmente permitió la colonización romana del valle del Rin, donde luego se construirían puentes permanentes en Castra Vetera (Xanten), Colonia Claudia Ara Agrippinensium (Colonia), Confluentes (Coblenza) y Moguntiacum (Maguncia).
Excavaciones arqueológicas realizadas a finales del siglo XIX en el área de Andernach-Neuwied encontraron restos de pilotes en el Rin (su análisis en el siglo XX demostró que habían sido talados a mediados del siglo I a.C.), que pueden pertenecer a los puentes de César, aunque el lugar de su ubicación nunca ha podido ser determinado con exactitud.
En cuanto a los Ubios, en el año 39 a.C. Marco Vipsanio Agripa los trasladó finalmente a la orilla oeste del Rin en pago a la lealtad demostrada durante años, tal y como llevaban tiempo pidiendo, pues temían las represalias de las tribus vecinas. Se mantuvieron fieles a Roma durante toda su historia y acabaron finalmente por mezclarse con los francos que dieron origen a nuevos reinos en la Galia durante la Edad Media.
Fuente: labrujulaverde
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