El escultor más famoso de Francia, Auguste Rodin fue contemporáneo del Impresionismo y es considerado «el padre de la escultura moderna». Con él se acabó eso de buscar la mimesis y creó un nuevo concepto escultórico en lo referente al monumento y la escultura pública. Fue criticado en su época por lo «inacabado» de muchas de sus obras, pero ese modelado espontáneo y expresivo será, como sabemos, el futuro.
De formación neoclásica, Rodin bebió de artistas como Donatello o Miguel Ángel pero tenía un espíritu experimentador y audaz, en el que destaca una radical innovación (algo que lo enmarca de alguna forma en el movimiento romántico), por lo que vivió siempre envuelto en grandes polémicas en torno a su obra.
Su obra abarca toda la gama de posibilidades plásticas, de lo espontáneo al patetismo heroico. Para él, el caos podía ser una herramienta eficaz para plasmar sus intenciones. También estuvo vinculado al impresionismo, tanto por amistades como por el uso de la luz en sus obras. Lo que quedó claro es que para el escultor, un artista no debía ser un esclavo del modelo. En su estudio-taller llamaba la atención ver a modelos desnudos sin posar y a Rodin observándolos en su libertad de movimientos y plasmándolos en su totalidad. Quizás por ello su obra sea tan poco rígida, tan viva y llena de matices.
Rodin trabajaba en yeso para criticar ese elitista circuito del arte y a su única escultura oficial: en mármol (blanco igual que el yeso, pero mucho más costoso). Su escultura era rebelde, joven, novedosa, irreverente…
Finalmente, sería injusto hablar de Rodin sin hacerlo de su amante y también escultora Camille Claudel, otra artista fundamental de la época eclipsada por el genio.
Comments