Mientras se preparaban para duros exámenes, los jóvenes que estudiaban en la Universidad afrontaban con buen ánimo las estrecheces. Escucha nuestro podcast y conoce más a fondo cómo era la vida de los universitarios en el medievo.
Durante la Edad Media los muchachos acudían a la universidad a partir de los 14 o 15 años. Antes, se formaban con un "maestrescuela" o un profesor particular, generalmente en su localidad natal o cerca de ella. Más tarde se trasladaban a una ciudad prestigiosa que tuviera universidad: Oxford, Cambridge, Toulouse, Bolonia, Padua, París, Salamanca o Coimbra eran las más prestigiosas de la época. Allí estudiaban en algunas de las facultades en las que se dividían dichos centros de conocimiento: Artes, Derecho, Medicina y Teología, a la vez que se agrupaban según la procedencia.
Por ejemplo, los que estudiaban en la Facultad de Artes cursaban durante 6 años distintas disciplinas divididas en dos grupos: el trivium, que comprendía gramática, lógica y retórica, y el quadrivium, que incluía aritmética, astronomía, geometría y música.
Un profesor impartía las clases leyendo en voz alta y comentando los textos mientras los alumnos tomaban apuntes. Los alumnos debían memorizar los textos para poder reproducirlos y discutirlos con un sentido crítico, demostrando que los habían comprendido. Las prácticas eran escasas, primando el conocimiento teórico de las materias.
Los exámenes tenían lugar cuando el estudiante pretendía conseguir un título. El más básico, era el de bachiller, seguido por el magíster que proporcionaba el ius ubique docenci, que daba derecho a ser profesor de cualquier universidad de la Cristiandad.
El doctorado más breve era el de Artes (entre 4 y 6 años) y estaba vinculado a la enseñanza. El de Medicina exigía unos 10 años, el de Derecho duraba entre 12 y 13 años, mientras que, el más largo era el de Teología, que obligaba a estudiar un mínimo de 15 años.
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