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Foto del escritorAndrés Cifuentes

La Guerra de Sucesión española (1700-1715): un conflicto nacional e internacional (I)


La resistencia catalana

España contra Catalunya: una mirada histórica, ese era el nombre del congreso realizado en septiembre de 2013 por la Generalitat catalana para conmemorar la Guerra de Sucesión Española (1701 -1713), y en concreto la caída de Cataluña en 1714 tras un año de dura resistencia frente a las tropas de Felipe V. El título provocó un revuelo en la sociedad española. Muchos fueron los historiadores que temieron el posible uso abusivo de la historia en las divulgaciones, en donde la intención ideológica podría primar sobre el rigor histórico. Esta publicación tiene como objetivo narrar lo acontecido entre 1700 y 1715, divulgando las explicaciones historiográficas sobre el acontecimiento histórico.


La Guerra de Sucesión como conflicto internacional: el fin del Imperio español en Europa


Coaliciones en la Guerra de Sucesión.

La muerte de Carlos II en noviembre de 1700 supuso el ascenso de los borbones en España. Felipe V, por testamento, se convirtió en Rey de las Españas. En un principio, todos los soberanos reconocieron al rey salvo el emperador José I, que se negó a que su familia perdiera el trono español.


Pero el desarrollo comercial francés con hispanoamérica; sus recientes conquistas de Bélgica y Lombardía y la intención de Luis XIV, arrogante y prepotente, de proclamar a su nieto como futuro rey de Francia y España, motivaron un cambio de situación.


Dos potencias marítimas como Inglaterra y las Provincias Unidas (Holanda) encabezaron en 1701 la Gran Alianza de la Haya; posteriormente se les unieron el duque de Saboya y en 1703 el reino de Portugal. Su objetivo era defender el derecho del archiduque Carlos de Austria a coronarse rey de España.


Las campañas militares se desarrollaron tanto en España como en Europa. Destaca la zona del Rin y Flandes como epicentro del conflicto. Hasta 1704 los borbones parecían imponerse. La batalla de Blenheim cambió la situación. En el año 1706 se produjeron importantes derrotas cuyas repercusiones las iba a sufrir España. Las tropas aliadas conquistaron Bélgica, Milanesado, Nápoles (1707) y Cerdeña (1708). De aquel imperio español en Europa sólo Sicilia permaneció bajo dominio español.


En 1709, el transcurso del conflicto propició que el papa Clemente XI reconociera al archiduque como Carlos III de España. Las victorias franco-españolas en la Península, la entrada de los tory en Inglaterra y la coronación de Carlos como emperador, hizo cambiar de nuevo la situación del conflicto en favor de los Borbones a partir de 1710. La Gran Alianza se desintegró porque los ingleses se negaron rotundamente a que Carlos fuese al mismo tiempo emperador y rey de las Españas. No quería un nuevo Carlos I de España y V de Alemania.


El conflicto se resolvió con los tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714). Ambos tratados equilibraron el orden mundial, pero otorgaron a Inglaterra un papel decisivo en el mundo. El Reino Unido de la Gran Bretaña se anexionó Gibraltar y Menorca; se le concedió el derecho a participar en el comercio de las India, enviando anualmente un barco de mercancías (navío de permiso) a las colonias españolas; monopolizó el comercio de esclavos africanos en América (asiento de negros).


Así es como Inglaterra se consolidó como potencia naval y comercial gracias a las colonias españolas. A Portugal se le concedió Colonia del Sacramento (Uruguay). Los Habsburgo consolidaron bajo su poder el Imperio, atrás quedaron las pretensiones francesas al título. Incorporaron además los Países Bajos, Milán, Nápoles y Cerdeña. Sicilia le fue otorgada al duque de Saboya. España perdió así, para siempre, todo su Imperio en Europa. Ésta fue la consecuencia más destacada de la Guerra de Sucesión para España: la pérdida definitiva de su poderío territorial en Europa.


Europa tras el Tratado de Utrecht y Rasttat. Crédito: joseantoniomora.50webs.com

La Guerra de Sucesión en España: Castilla filipista vs Aragón austracista


La crisis dinástica no sólo adentró a la Península en el conflicto internacional, simultáneamente también derivo en una guerra civil. La sociedad estamental castellana y aragonesa se comportaron de forma muy diferente en la contienda. Las clases populares castellanas eran mayoritariamente botiflres o filipistas, mientras que las aragonesas austracistas. La mayoría de los nobles castellanos mostraban una posición ambigua e indiferente. El clero secular se mostró austracista en Aragón, aludiendo a la perennidad y al triunfo de la Casa de Austria.


Las revueltas antiseñoriales en los reinos de la Corona de Aragón surgieron aprovechando los inicios del conflicto. Carlos prometió a las masas populares reducir las injusticias del sistema feudal y tanto comerciantes como campesinos se sumaron a su causa. No pudo hacer lo mismo con la nobleza. Por otra parte, los conflictos territoriales y comerciales entre franceses y aragoneses a lo largo de la historia hicieron recelar a la Corona de Aragón de los Borbones y Felipe V. La defensa foral de cada uno de los reinos de Aragón vendrá más adelante, cuando Felipe V anule los fueros de Valencia. Hay que destacar que la corona aragonesa también contaba con mucha población indiferente a cualquier de las causas.

Cuadro boca abajo situado en Xátiva por la derogación de los fueros valencianos

Gracias a la posición austracista de Aragón, las flota inglesa, tras apoderarse de Gibraltar en 1704, desembarca en Valencia y Cataluña, tomando Barcelona. En el Reino de Valencia la agitación campesina influyó enormemente en la victoria aliada, donde destacó la figura del valenciano Basset que constituyó un gobierno populista en Valencia.


En Cataluña, un grupo de caballeros y comerciantes acordaron con Inglaterra un acuerdo de ayuda militar y política en lo que se conoce como el Pacto de Génova (1705). La agitación social tan potente de la corona de Aragón (en Cataluña hubo confiscación de bienes a los filipistas, en Zaragoza el pueblo gritaba fueros y libertad mientras se enfrentaban a las tropas reales, etc.).


Felipe V fracasaba así en la Corona de Aragón y Carlos de Austria fue proclamado en el reino de Aragón y en el de Mallorca. En 1706 la Corona de Aragón pasó a poder de Carlos, mientras Felipe V se enfrentaba al avance de los aliados desde Portugal. Allí las tropas aliadas no tuvieron la misma suerte, se encontraron con una población castellano hostil y pro-filipista. Acciones de guerrilla bloquearon los intentos de Carlos de asentarse en Madrid. La población de Castilla inició un cambio en el rumbo de la guerra dentro de las fronteras españolas.


En 1707, mientras que la situación en Europa no era nada favorable a los Borbones, en Almansa se produce una victoria de gran magnitud por parte de las tropas franco-españolas dirigidas por el duque de Berwick. La consecuencia fue la conquista del reino de Valencia. A ésta le siguió de inmediato la del reino de Aragón, y las plazas de Lleida y Tortosa. Mientras Francia atacaba Cataluña desde la frontera. Bajo este panorama, se planteó dar por finalizada la Guerra de Sucesión, pero Luis XIV no aceptó los postulados de los aliados que querían que expulsara a Felipe V de España además de ciertas concesiones territoriales. La guerra continuó en España y Europa.


Dentro de la Península se produjo una segunda intentona por parte de los aliados. Penetraron en Zaragoza tras varios enfrentamientos. Llegaron a Madrid en septiembre del 1708, pero al igual que en 1706 tuvieron pronto que evacuar la ciudad ante las presiones de la población. Dos duras batallas a finales de 1708, la de Brihuega y Villaviciosa de Tajuña, fueron claves en el desenlace final del conflicto. En ambas se produjo la derrota de las tropas inglesas e imperiales. Carlos tuvo que huir de Aragón y su dominio quedó reducido a una parte de Cataluña, ya que había perdido Girona en 1711.


Pronto salió de Cataluña para recibir la corona imperial, dejando a su mujer en su lugar. A pesar de que el tratado de Utrecht determinó la devolución de Cataluña a los Borbones, la Junta de Brazos, representante del pueblo catalán, dejó claro que no quería a Felipe V como rey. Cataluña, y sobre todo Barcelona, resistieron al asedio filipista hasta septiembre de 1714, momento en que se produce la capitulación de la ciudad condal. Aún así, el conflicto seguía latente en el bandolerismo político catalán que seguía luchando contra Felipe V. En 1715, Mallorca fue ocupada sin dificultad, quedándose así todos los antiguos reinos peninsulares de la Corona de Aragón bajo dominio de Felipe V.


Movimientos militares y principales batallas en España.

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