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  • Foto del escritorAndrés Cifuentes

Los cobardes - Poema de Miguel Hernández

Poema de Miguel Hernández, el poeta del pueblo en el frente


"Miguel Hernández" de Sandra Martínez García

Los Cobardes es un texto integrado en el poemario Viento del pueblo, de 1937. Pertenece a la segunda etapa poética de Miguel Hernández, llamada también como poesía bélica o de urgencia. Destaca la evolución en su obra, donde cambia el tema principal hasta entonces, el amor dirigido a la mujer, por el compromiso social, político y la defensa de los valores de la República.


Durante la contienda cantaba poemas en los principales frentes para levantar el ánimo de las tropas republicanas, muchas veces en las propias trincheras bajo el fuego enemigo.


Esta actitud cercana a los combatientes, frente a la más cómoda y distante posición en la retaguardia de los principales integrantes de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, le llevó a tener conflictos con ellos, como la ruptura de su amistad con Rafael Alberti y su mujer María Teresa León.


Publicó en El Mono Azul , en su sección de “Romancero de la Guerra Civil“, y en otras revistas de guerra.


Antes y ahora, el mundo solo cambiará con los valientes


Los cobardes


Hombres veo que de hombres solo tienen, solo gastan el parecer y el cigarro, el pantalón y la barba.


En el corazón son liebres, gallinas en las entrañas, galgos de rápido vientre, que en épocas de paz ladran y en épocas de cañones desaparecen del mapa.


Estos hombres, estas liebres, comisarios de la alarma, cuando escuchan a cien leguas el estruendo de las balas, con singular heroísmo a la carrera se lanzan, se les alborota el ano, el pelo se les espanta.

Valientemente se esconden, gallardamente se escapan del campo de los peligros estas fugitivas cacas, que me duelen hace tiempo en los cojones del alma.


¿Dónde iréis que no vayáis a la muerte, liebres pálidas, podencos de poca fe y de demasiadas patas? ¿No os avergüenza mirar en tanto lugar de España a tanta mujer serena bajo tantas amenazas? Un tiro por cada diente vuestra existencia reclama, cobardes de piel cobarde y de corazón de caña.

Tembláis como poseídos de todo un siglo de escarcha y vais del sol a la sombra llenos de desconfianza. Halláis los sótanos poco defendidos por las casas.


Vuestro miedo exige al mundo batallones de murallas, barreras de plomo a orillas de precipicios y zanjas para nuestra pobre vida, mezquina de sangre y ansias.

No os basta estar defendidos por lluvias de sangre hidalga, que no cesa de caer, generosamente cálida, un día tras otro día a la gleba castellana. No sentís el llamamiento de las vidas derramadas.

Para salvar vuestra piel las madrigueras no os bastan, no os bastan los agujeros, ni los retretes ni nada. Huis y huis, dando al pueblo, mientras bebéis la distancia, motivos para mataros por las corridas espaldas.


Solos se quedan los hombres al calor de las batallas, y vosotros, lejos de ellas, queréis ocultar la infamia, pero el color de cobardes no se os irá de la cara.

Ocupad los tristes puestos de la triste telaraña.

Sustituid a la escoba, y barred con vuestras nalgas la mierda que vais dejando donde colocáis la planta.

Viento del Pueblo, 1937


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