Los ojos de Hipatia siguen en su empeño de desempolvar las biografías de mujeres artistas que el tiempo ha ido empujando a los cajones del olvido. No importa que no fueran muy conocidas, o al contrario que gozaran de fama y admiración, como fue el caso de la pintora italiana Sofonisba Anguissola (Cremona, h. 1530-Nápoles, 1626). Este estatus no le sirvió de nada, tras su muerte, pues cayó en el olvido. Giorgio Vassari (1511-1574), pintor, arquitecto y escritor habla de ella, y su obra formó parte de colecciones tan importantes como la de Fulvio Orsini, que más tarde pasó a los Farnese.
Muchas de sus obras fueron adjudicadas a Tiziano, Zurbarán, Sánchez Coello o a El Greco entre otros, uno de los casos todavía no resueltos y más conocido es el caso del lienzo titulado La dama del armiño (¿h.1577-79?) óleo sobre lienzo, 60×50 cm., Glasgow, Lent by Glasgow Life (Glasgow Museums) on behalf of Glasgow City Council. Stirling-Maxwell Collection, gift 1967, PC.18. Unos especialistas lo atribuyen a El Greco otros a Sofonisba, difícil dirimir, ya que la pintora no firmaba los cuadros que realizó en la corte de Felipe II por su condición de dama de la reina Isabel de Valois y además no tenía taller.
Conozcamos un poco a Sofonisba Anguissola, nació en el seno de una familia perteneciente a la nobleza. Sus padres Amilcare Anguissola y Bianca Ponzone tuvieron seis hijas y un hijo. Parece ser que su padre era admirador de la saga de los Barca reconocidos generales cartagineses, su nombre les hace homenaje al igual que el de su hija y su único hijo. El nombre del padre hacía referencia a Amílcar Barca que era el padre de Aníbal, Sofonisba era el nombre de la hija de Asdrúbal Giscón y su hijo se llamaba Asdrubale por el hermano de Amílcar. Se crió sin su madre, falleció en 1537.
Tuvo la suerte de que su padre se considerase un hombre del Renacimiento, y les diera a sus hijas e hijo una amplia formación además de animarlas a seguir sus inclinaciones tanto artísticas como intelectuales. Su hermana Lucía también pintaba, era la más brillante junto a Sofonisba, pero murió muy joven. Sus hermanas Europa y Ana María pintaron hasta que contrajeron matrimonio. Su hermano no siguió sus inclinaciones artísticas y su hermana Minerva se dedicó a escribir.
En el año 1546 Sofonisba junto con su hermana Elena reciben clases del pintor Bernardino Campi (1522-1591), les enseña a preparar un lienzo, a elaborar los pigmentos, y realizan sus primeras obras que suelen ser copias de otros pintores. Campi se marcha de la ciudad en 1549, Sofonisba sigue con su formación con el pintor Bernardino Gatti (1495-1576) conocido como El Sojaro. Su hermana Elena ingresa en un convento para convertirse en monja.
Su condición de mujer la obliga a retratar su mundo cotidiano, los modelos que utiliza son su familia y conocidos. Por esa misma condición no pudo ingresar en ninguna escuela de arte y ni mucho menos pintar desnudos. Su pintura es intima, llena de emociones con cierta ternura, está llena de vida. No es nada rígida, el retratado no es idealizado, su mirada siempre es directa. De alguna manera como espectadores asistimos a la vida familiar a través de sus cuadros.
Comienza a realizar una serie de autorretratos que continúan a lo largo de su vida. Su obra empieza a ser conocida y reconocida sobre todo los retratos. De esta época es su obra Bernardino Campi pintando a Sofonisba Anguissola (1559).
Cremona se le queda pequeña, con el apoyo de su padre se traslada a Roma en 1554. Gracias a las influencias de su padre y de otros pintores, Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) acepta entrevistar a Sofonisba. Le pidió que pintara un niño llorando, ella dibujó una obra que tituló Niño mordido por un cangrejo, algo vio Miguel Ángel en su trabajo, pues lo superviso durante dos años. Sofonisba estaría encantada, él era más que un artista le llamaban Il Divino. Se conservan varias cartas de su padre dirigidas al pintor en agradecimiento a su interés en el trabajo de Sofonisba. Haber sido dirigida por tan importante personaje era una carta de presentación inmejorable.
Regresa a Cremona entre 1555 y 1556, pinta algunos retratos familiares como El juego de ajedrez (1555), en el podemos ver a sus hermanas Lucía, Minerva y Europa. También el Retrato de Amílcar, Minerva y Asdrúbal Anguissola, además de recibir diversos encargos de miembros de la nobleza y de la Iglesia de ciudades vecinas. Desde luego no lo tuvo fácil, no podía retratar a alguien que comprometiera su reputación, ni podía cobrar por su trabajo, por lo que tampoco encontramos documentos que nos puedan hablar de las obras, cómo le pagaban, era quizás en forma de regalo o se estipulaba el pago con anterioridad. Realmente las mujeres artistas lo tenían muy difícil, no las dejaban serlo.
En 1558 Sofonisba estaba en Milán, conoce al español Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba (1507-1582), pinta un retrato del duque hoy desaparecido. Queda muy impresionado por su trabajo. Aconseja al rey español Felipe II (1527-1598), que Sofonisba venga a la corte española para hacer compañía a la joven reina Isabel de Valois (1546-1568). Así se convirtió en la única dama de compañía italiana de la reina, las demás eran españolas y francesas. Aunque es mayor que la reina establece con ella una buena relación, comparten música, lectura y Sofonisba da clases de pintura a la reina.
Sofonisba trabaja con el pintor de la corte Alonso Sánchez Coello (1531-1588), que a su vez era discípulo de otro pintor de la corte, Antonio Moro (1519-h. 1578). Muchos de los retratos que realizó en estos años fueron atribuidos a estos dos pintores y a Juan Pantoja de la Cruz entre otros como habíamos comentado al principio. Los cuadros que pintó eran retratos de los miembros de la familia real, de los reyes, del príncipe Carlos (1545-1568), de las infantas Isabel Clara Eugenia (1566-1633) y de Catalina Micaela (1567-1597). La autoría de sus cuadros le fue restituida en los últimos años del siglo XX. Una de las atribuciones a Sánchez Coello fue el famoso retrato de Felipe II, ahora se reconoce como obra de Sofonisba.
En 1568 la reina muere de parto, todas las damas de honor vuelven a sus lugares de origen, pero ella se queda por el afecto que le tiene el rey. El rey se vuelve a casar en 1570 con Ana de Austria (1549-1580). La vida de Sofonisba comienza a cambiar, se concierta su matrimonio con don Francisco de Moncada, hijo del virrey de Sicilia. Felipe II se hace cargo de la dote de Sofonisba, que tenía cuarenta años. Se casa por poderes el 26 de mayo de 1573, viaja a Sicilia para conocer a su marido. No se sabe nada de los cinco años que pasó casada, según unas fuentes su marido murió en 1578 ó 1579 cuando viajaba a Nápoles en un asalto de los piratas.
Sofonisba decide regresar a Cremona, pero no vuelve porque en el viaje se enamora de Orazio Lomellino. Se casó con él en 1580, se establecieron en Génova, y allí vivieron treinta y cinco años. No se sabe nada de su segundo marido, solo que era más joven que ella y no pertenecía a su misma clase social, por lo que el matrimonio es víctima de diversas presiones.
Lo cierto es que su marido la apoyo en su pasión por la pintura, disponía de su propio taller. Mantuvo el contacto con la corte española. Recibía a pintores jóvenes que querían aprender de su buen hacer. En 1615 cuando contaba con ochenta y tres años de edad, deciden trasladarse a Palermo, pintó la última de sus obras, era un autorretrato de 1620. En 1623 recibe la visita de un joven pero brillante pintor flamenco, Anton Van Dyck (1599-1641), un gran retratista, que la dibujo en su cuaderno de viaje y se sintió complacido por haberla conocido.
Para terminar me gustaría recordarles que la obra de Sofonisba Anguissola pasó al olvido poco después de su muerte, su obra se ha recuperado no hace tantos años. Eso le ha pasado a ella y a otras muchas mujeres, a pesar de haber luchado para eliminar o sobrellevar los convencionalismos sociales impuestos. Sofonisba hizo lo que más le gustaba pintar, conoció a los más grandes artistas de la época, le impusieron un matrimonio, pero ella rompió todas las reglas casándose con un hombre más joven, de distinta clase social, por amor. Con él tuvo una buena vida, con toda su pasión intacta. No creamos que tenemos algo superado. Su vida y su obra se conocen en ambientes académicos, pero su divulgación se convierte en un acto de justicia artística e histórica.
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