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Foto del escritorAndrés Cifuentes

Impresionismo, la pintura de la luz

El impresionismo es una corriente artística que tuvo lugar a partir de la segunda mitad del siglo XIX en Europa, principalmente en Francia. Entre los artistas más conocidos se encuentran Camille Pissarro (1830-1903), Édouard Manet (1832-1883), Edgar Degas (1834-1917), Alfred Sisley (1839-1899), Paul Cézanne (1839-1906), Claude Monet (1840-1926) entre otros. En España, el museo que cuenta con una mayor colección de pintura impresionista es el Museo Thyssen-Bornemisza.


Pintura impresionista


El impresionismo se caracteriza por su persistente experimentación con la iluminación. El manejo de la luz se considera un factor crucial para alcanzar belleza y balance en la pintura. Los cuadros impresionistas se construyen técnicamente a partir de manchas de colores, las cuales actúan como puntos de una policromía más amplia. Por ello, al observar sus obras es necesario mantener cierta distancia, dejando así que aparezcan las luces, figuras y sombras. La aparición del impresionismo ocurre como consecuencia de un gran cambio social. Durante el final del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, suceden una serie de transformaciones sociales: la revolución industrial, la revolución francesa, el Imperio de Napoleón, la restauración de los movimientos sociales y las reformas de la burguesía.


En 1874, y por iniciativa de Pisarro, se fundó la Sociedad anónima cooperativa de artistas. Esta sociedad la formaban pintores, escultores y grabadores, cansados de escuchar los continuos desprecios hacia sus obras por parte de los jurados que se realizaban en el Salón de París. Eran rechazados entre otras cosas por ir en contra del arte tradicional y academicista del momento, al buscas tendencias algo más innovadoras.


El Salón de París, era el lugar donde se exponían las obras realizadas anualmente por los alumnos de la Academia de Bellas Artes de París, siendo este uno de los acontecimientos más importantes del mundo. Los artistas ganaban premios, por lo que lo que formar parte de la exposición era una forma de ganarse la vida.


Ese continuo rechazo por parte de las instituciones académicas fue lo que llevó a los pintores a montar su propia exposición. Entre los artistas se encontraban Cézanne, Degas, Monet, Morisot, Pisarro, Sisley y Renoir. Un total de más de 160 obras fueron expuestas al público. La exposición, según el propio Pisarro fue maltratada por las críticas; críticas que además fueron muy populares, pues entre ellas se encontraba la de Louis Leroy, quien de manera peyorativa se burlaba de la obra de Monet Impresión, sol naciente. Algunos días más tarde, Castagnary publicó en Le Siècle un análisis más crítico de la burla de Leroy, defendiendo que los «impresionistas» no representaban el paisaje en sí mismo, sino la sensación que les produce. De ahí que la palabra «paisaje» en ese momento fuera reemplazada por impresión.


En la segunda mitad del siglo XIX, se produce un crecimiento económico en Europa. La intensificación del comercio y el progreso técnico lleva a la consolidación de la burguesía. Las clases sociales se reorganizan y los dirigentes socialistas de toda Europa se reúnen para hablar de aquellos cambios. La filosofía de entonces es positivista y realista, donde se prueban las cosas y se exige la transformación del mundo. El arte cambiaba en conjunto con la sociedad. Los pintores impresionistas se centraban en representar fielmente las formas y, con el fin de estudiar los diferentes matices de la atmósfera, era muy típico que realizasen distintas versiones de un mismo motivo, pues las condiciones tanto atmosféricas como lumínicas eran diferentes a lo largo del día. Esto se puede observar claramente en la serie de Monet sobre la Catedral de Rouen.


Vídeo: ¿Qué es Impresionismo?


En este vídeo sobre arte y pintura impresionista resolvemos tus dudas en un minuto.


Características del impresionismo

Una de las características del impresionismo era el deseo de captar la fugacidad del tiempo, ya sea en un campo de amapolas azotado por el viento o un peatón por las calles parisinas… lo fundamental era captar un instante, un momento fugaz. Sus temas giraban siempre en torno a la vida cotidiana. Para estos artistas era necesario salir con sus caballetes a la calle y pintar al aire libre. No dudaron en aprovechar los avances tecnológicos del momento, como el ferrocarril, que les permitía moverse por las localidades cercanas a la campiña francesa desde París.


El estilo del impresionismo se considera la primera ruptura con las normas clasicistas en busca de un arte más moderno. En las obras de inicios del siglo XIX, no se valoraban los paisajes ni los bodegones, por lo tanto, el impresionismo, no sólo abre los ojos del espectador a la técnica, sino que también a la variedad de formas y la captura de paisajes cotidianos vistos desde las más ingeniosas perspectivas. Los colores son puros, poco mezclados y se conjugan en formas de un naturalismo extremo. Las pautas que consuman esta tendencia son: el movimiento del paisaje, la naturalidad de las formas y la pureza.


El primero de los recursos pictóricos más destacado de la pintura impresionista, es la pincelada gruesa y corta, ejecutada de manera rápida sobre el lienzo. Esta era la forma con la que el artista captaba la esencia del movimiento, dejando a un lado los detalles. Para crear sensación de profundidad lo que hacían era combinar esas pinceladas cortas y menos empastadas con otras más largas y empastadas. En base a los colores, los impresionistas evitaron en todo momento la mezcla de los colores en la paleta, lo que hacían era aplicar tanto los colores primarios como los secundarios directamente sobre el lienzo, y sobre estos mezclaban las pinceladas. Como resultado, daban lugar a obras muchos más brillantes y luminosas.


Al pintar las sombras, los impresionistas evitaban el color negro, de ahí que sus obras sean tan coloridas y brillantes. Hasta en las sombras había color, lo que conseguían mediante la mezcla de colores complementarios. Muchas veces las evitaban, escogiendo pintar en torno a las horas centrales del día, cuando las sombras son más cortas gracias a la luz del sol. Los encuadres eran atípicos e inusuales, desplazando el punto de interés hacia los extremos del lienzo. En ocasiones, también sustituyeron el clásico punto de vista frontal con posiciones más bajas o elevadas. Lo que une a estos genios de la pintura es la intención de reproducir escenas de la vida diaria de un modo creativo. En la mayoría de las ocasiones se pueden distinguir claramente por su estética, imágenes desenfocadas y obras de apariencia inacabada.


Pintores del impresionismo

Entre los artistas más conocidos a nivel internacional, podemos mencionar a Pierre-Auguste Renoir, Édouard Manet, Claude Monet, Edgar Degas, Camille Pisarro y Berthe Morisot.

Pierre-Auguste Renoir (1841-1919)

Pierre-Auguste Renoir es reconocido por sus representaciones de la figura humana, y más concretamente, de la representación del cuerpo femenino. Esto dio como resultado un impresionismo más sensual y hedonista, caracterizado por la presencia de desnudos enmarcados en un paisaje natural.


Renoir solía buscar a sus modelos entre las calles del barrio de Montmartre, casi siempre costureras que con gusto posaban para los pintores, ensalzando su belleza y sensualidad. Su obra se caracteriza por una luminosa y vibrante paleta. Uno de sus desnudos en pequeño formato se puso en venta en la edición FERIARTE 2019, en Ifema, convirtiéndose en uno de los grandes protagonistas de la feria. Nu couché, proveniente de una colección particular parisina, muestra cómo el desnudo femenino era uno de los temas predilectos del artista.



Sin embargo, Renoir no solo cultivó el desnudo. Entre sus obras más conocidas también encontramos paisajes y escenas de la vida cotidiana en sociedad. Son un ejemplo de ello Camino en cuesta entre hierba alta (1876-1877), un precioso paisaje donde el artista introduce dos figuras rodeadas de vegetación, flores y naturaleza. Pueden verse a la perfección las pinceladas llevadas a cabo por el artista, rápidas y con mucha materia pictórica.


Otra de sus obras más características es Le Moulin de la Galette (1876), un local de moda al aire libre ubicado en las colinas de Montmartre. Una representación extraordinaria de la vida parisina. Vemos cómo los personajes, perfectamente estudiados por Renoir, intercambian miradas en el lienzo.


Édouard Manet (1832-1883)

Se le considera uno de los grandes artistas del impresionismo, sin embargo, no fue hasta el final de su vida cuando empezó a experimentar cierto reconocimiento. Aunque siempre se le ha descrito como un artista rebelde y que no estuvo inscrito en el movimiento impresionista, sin él no habría impresionismo, ya que sirvió de inspiración tanto por sus técnicas como por sus temáticas. Una de sus obras más conocidas es Olympia, una obra que ciertamente escandalizó a las élites más reservadas. El desnudo de esta joven, tumbada sobre la cama y mirando fijamente al espectador, se veía como algo verdaderamente sexual bajo los cánones artísticos de la época.


Desayuno sobre la hierba es considerada una de las obras más importantes de la historia del arte. Una mujer desnuda, de nuevo mirando al espectador, rodeado de hombre vestidos. La Academia rechazó por completo la representación, alegando también la inmensidad del lienzo, un tamaño que solo debía ser utilizado para grandes temas. Manet representa la escena de una forma muy natural; en primer plano sitúa las ropas de la mujer y una cesta con frutos, como si representara un bodegón. Mezcla los géneros sin importarle nada en absoluto: desnudo, costumbrismo, paisaje y bodegón.


Claude Monet (1840-1926)

Se le considera el artista más representativo del impresionismo. Siempre sintió predilección por la pintura al aire libre (plein air). Se centra en la búsqueda de los efectos de la luz y la impresión que tiene esta sobre la naturaleza. Su estilo fue cambiando con el paso de los años pero siempre se caracterizó por la búsqueda del instante. Su obra más conocida es su serie de Nenúfares. Los nenúfares de su jardín de Giverny se convirtieron en la temática predilecta del artista, representándolos desde todos los ángulos y momentos del día, jugando con la luz que incidía sobre ellos.


Edgar Degas (1834-1917)

Degas sintió menos admiración por el paisaje que el resto de sus compañeros. Sus obras más representativas son las que tienen relación con la danza y las bailarinas. Buscaba captar el movimiento en el baile, una imagen instantánea. Intenta capar las posturas de las modelos casi como en una fotografía, de la manera más natural posible.



Camille Pisarro (1830-1903)

Trabajó sobre todo con el paisaje. Al igual que sus compañeros, su obra se centró en la búsqueda de la luz, la instantaneidad y la atmósfera. Aunque se le conoce como uno de los principales componentes del movimiento, también es de destacar su figura como mentor, siendo Paul Cézanne o Paul Gauguin sus discípulos. Quizás su obra más conocida es Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia. Forma parte de una serie de 15 obras que Pisarro pintó desde su habitación en París.


Vídeo: Las 20 obras más destacadas del Impresionismo

Este vídeo realizado por la web Todo Cuadros recopila veinte de las obras más relevantes del Impresionismo.



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