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Foto del escritorAndrés Cifuentes

Gabriela Mistral: Poeta, política y profesora, de Vicuña al mundo

La primera latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura no solo fue una destacada poeta, de una técnica absolutamente exquisita, sino también una pensadora e intelectual preocupada de los acontecimientos de su época.


Gabriela Mistral

Gabriela Mistral

(Seudónimo literario de Lucila Godoy Alcayaga; Vicuña, Chile, 1889 - Nueva York, 1957) Poetisa y educadora chilena. Tras el declive del modernismo, parte de la lírica hispanoamericana de los años de entreguerras siguió los pasos de las vanguardias europeas: citando solamente ejemplos chilenos, éste sería el caso de Vicente Huidobro, fundador del creacionismo, o de Pablo Neruda, deudor del surrealismo en Residencia en la tierra.


Otros poetas, en cambio, optaron por alejarse del modernismo orientándose hacia una poesía más sencilla y humana. Gabriela Mistral es la figura capital de esta última tendencia: tras unos inicios aún marcados por el modernismo, desarrolló una expresividad propia basada en un estilo elemental de imágenes intensas, con el que desnudó su intimidad dolorida y un corazón rebosante de amor, volcado (tras el amor trágico de Desolación) sobre los niños, los desvalidos o su propia tierra, en tonos hondamente religiosos. Su vida se movió sin pausas entre la literatura, la docencia y la carrera diplomática, actividad esta última por la que realizó numerosos viajes y pasó diversas temporadas en ciudades europeas, norteamericanas y latinoamericanas, en las que publicó la mayoría de sus obras.


Biografía


Hija de un maestro de escuela, con dieciséis años decidió dedicarse ella también a la enseñanza; trabajó como profesora de secundaria en su país y como directora de escuela. Como poetisa, Gabriela Mistral se dio a conocer en los Juegos Florales de Chile en 1914 con Los sonetos de la muerte, nacidos del dolor causado por el suicidio de su prometido, el empleado ferroviario Romelio Ureta, a quien había conocido en 1906. Firmados ya con el pseudónimo de Gabriela Mistral (formado a partir de dos autores admirados, el italiano Gabriele D'Annunzio y el poeta provenzal Frédéric Mistral), estos tres sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más amplia de sus versos editada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el título de Desolación.


Ese mismo año dejó Chile para trasladarse a México, a petición del gobierno de este país, con el fin de que colaborara en la reforma de la educación iniciada por José Vasconcelos. En México, Gabriela Mistral fundó la escuela que lleva su nombre y colaboró en la organización de varias bibliotecas públicas, además de componer poemas para niños (Rondas de niños, 1923) por encargo del ministro de Instrucción Pública mexicano, y preparar textos didácticos como Lecturas para mujeres (1924).


Terminada su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en 1926 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. Paralelamente, fue redactora de una revista de Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos póstumamente en Recados: contando a Chile, en 1957). Representó a Chile en un congreso universitario en Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el desarrollo cultural estadounidense (1930).


Las composiciones "para niños" son el núcleo de su segundo libro, Ternura (1924), en el que se advierte la pureza expresiva propia de aquella lírica humana y sencilla que convivió con las vanguardias tras la liquidación del modernismo; una lírica generalmente inspirada en la naturaleza y que de hecho fue también abordada por algunos escritores vanguardistas, que con frecuencia conciliaron la experimentación con su interés por la poesía popular. Dedicado a su madre y hermana, está dividido en siete secciones: Canciones de Cuna, Rondas, Jugarretas, Cuenta-Mundo, Casi Escolares, Cuento y Anejo. Para el lector adulto, el conjunto viene a expresar la pérdida de la infancia, que es restituida, en parte, a través del lenguaje.


Con Tala (1938), considerada una de sus obras más importantes, Gabriela Mistral inauguró una línea de expresión neorrealista que afirma valores del indigenismo, del americanismo y de las materias y esencias fundamentales del mundo. En los sesenta y cuatro poemas de este libro se produce una evolución temática y formal que será definitiva. Aunque en el arranque del libro el poema "Nocturno de los tejedores viejos" sólo insinuaba un renovado tratamiento fantástico, la sección Historias de loca esbozaba ya un nuevo acento que se consolidará en las siguientes, Materias y América, hasta alcanzar la plenitud de su expresión en la sección titulada Saudade, donde se encuentran piezas memorables como "Todas íbamos a ser reinas", en la que la poetisa rememora la infancia junto a sus tres hermanas y evoca sus respectivos sueños, eternizados pese el paso del tiempo mediante un lenguaje a la vez humorístico y mágico, teñido también por momentos de un cierto tradicionalismo folclórico.

En Chile apareció su siguiente colección de poemas, Lagar (1954), la última que publicó en vida. En esta obra estarían presentes todas las muertes, las tristezas, las pérdidas y el sentimiento de su propio fin. Un profunda originalidad convive con la carga de tristeza y trascendencia que ya había impregnado parte de sus primeros escritos, culminando una temática presidida por la resignación cristiana y el encuentro con la naturaleza.


Póstumamente aparecieron el poemario Poema de Chile (1967), un recorrido por la geografía, la naturaleza y las gentes de su país, y la primera edición de sus Poesías Completas (1970), así como diversas antologías de sus versos y recopilaciones de sus cartas y textos: Motivos de San Francisco (1965), serie de poemas en prosa dedicados al admirado San Francisco de Asís, y Cartas de Amor de Gabriela Mistral (1978).


Atenta a los problemas de su tiempo, en el género de los "Recados" (un tipo muy personal y elaborado de artículo periodístico, recogidos en Recados: contando a Chile, 1957), Mistral analizó múltiples temas, como la condición de la mujer en América Latina, la valoración del indigenismo, la educación de los pueblos americanos, la necesidad de elevar la dignidad y condición social de los niños en el continente, la religiosidad, el judaísmo y la maternidad. Sus ensayos educacionales fueron reunidos en el libro Magisterio y niño (1982).


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