En la muerte de un poeta
Tantas veces me hablaste de partida,
y en mi descuido no alcancé a entenderte;
tus versos ignoraban a la muerte,
eran cantos de amor, gritos de vida.
Pero al fondo eran sangre de la herida
por donde el alma sus zozobras vierte;
eras el hombre alborozado y fuerte
con su noche final reconocida.
Oh amigo, casi amante, sin contacto,
has llegado al final del tercer acto
de tu drama, el telón ha descendido.
Apagadas las luces, persevero
en mi sillón, pensando, compañero,
que de nuevo saldrás, que no te has ido.
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